jueves, 20 de junio de 2013

TALLER : ÉTICA Y MORAL, ÉTICA Y VALORES HUMANOS E INVESTIGACIÓN EDUCATIVA.

Finol, Marilé
Ibáñez, José
Morán, Ana
Villalobos, Ingrid


1. Partiendo del concepto de ética y moral, así como de sus rasgos distintivos, haga una transferencia de la aplicación de ambos al momento de realizar investigación educativa.
            En las consultas efectuadas en el diccionario de la Real Academia Española (2013), se señala que lo ético se entiende como el conjunto de normas morales que rigen la conducta humana, por otra parte el término ética se define como  la parte de la Filosofía que trata de la moral y de las obligaciones del hombre, si se atendiese solo a esta definición, la Ética sería considerada como sinónimo de Filosofía moral, y por lo tanto una parte de la Filosofía encargada del estudio de conductas morales.  En concordancia con lo expresado por Chamorro y cols (2007), la ética estudia los fundamentos de la moralidad de actos humanos, es decir aquellos en virtud de lo cual pueden ser considerados buenos o malos.
Por otra parte, las definiciones de Ética están relacionadas con el conocimiento científico de la moral de los hombres; ambos términos, etimológicamente son sinónimos (éthos y mores significan "costumbres" en sus lenguas de origen: el griego y el latín respectivamente). Las costumbres se convierten en normas de convivencia social, que rigen el comportamiento moral de las personas. La moral, refleja y determina las cualidades y relaciones de los hombres de una comunidad o población, sus posibles estratos, su ideología, su justicia y creencias.
De esta manera, la moral hace referencia a como las personas ponen en práctica sus criterios éticos. La moral existe antes que los antes individuos la conozcan. Estas normas y reglas son aprendidas de distintas fuentes como la familia, la nacionalidad, la religión, la organización social, la escuela, entre otras. Las mismas son transmitidas de generación en generación, frecuentemente de manera implícita, con el resto de las normas sociales. Así la Ética se hace palpable en comportamientos que desde el punto de vista social pueden ser considerados moralmente aceptables o no.
De manera reflexiva ante los planteamientos expresados, aunque pareciera que la Ética tiene como objeto de análisis aspectos subjetivos, como si un comportamiento es Ético o no para una determinada persona o sociedad, no es así. Lo que trata de hacer la ética es evaluar la objetividad de las acciones de las personas, los criterios universales que pueden ser considerados como bueno para cualquier ser humano.
Desde otra perspectiva, al hacer una transferencia a la investigación educativa, existe en este campo un conjunto de normas que se espera que todo investigar cumpla, internalizándolas bajo principios éticos universales, tales como la justicia, la libertad, la honestidad y la verdad. Este hecho nos sitúa en el campo de la Deontología, que es la faceta aplicada de la Ética y se ocupa de los deberes de los profesionales, en este caso los investigadores. La lista de valores y conductas esperadas de los investigadores en todo campo se pueden resumir  en el código del investigador, donde la Ética se constituye en la obligación de una conducta correcta.
De tal modo, la transferencia efectuada lleva, cuando se habla de ética, a expresar que esas normas morales, en lo que a la investigación educativa atañe, deben situar la producción del conocimiento científico y su utilización, en dirección a la solución de las problemáticas sociales, pero no desde un punto de vista indefinido en base con lo expresado por Vain (2011). Dicho de otro forma, se trata de cómo escogemos los temas de investigación, en justicia de su relevancia social y de la intención que se persiga al abordar ese acercamiento al tema. Así, la responsabilidad ética del investigador educativo es central en la reflexión de la tarea de investigación vista como una actividad profesional productora de conocimiento sobre el hecho educativo.
En el mismo sentido, la urgencia de los códigos de investigación ha ayudado a evitar los cuatro problemas éticos fundamentales referidos por Buendía y Berrocal (2001), enunciados en los siguientes puntos:
1. Ocultar a participantes la real naturaleza de la investigación y/o hacerles participar sin saberlo.
2. Exponer a participantes a procesos que pueden provocarles perjuicio o disminuir su propia estima.
3. Invasión de la intimidad.
4. Privación de los beneficios de la investigación a los participantes.
En relación a lo anteriormente indicado, es fundamental que los investigadores educativos se familiaricen con las reglas éticas existentes y con las mejores prácticas disponibles. La importancia de contar con conocimientos prácticos de los códigos de conducta investigativa debe estar relacionada a la disposición personal del investigador de llevarlos en práctica, conscientes de la utilidad de aplicarlos para desarrollar prácticas éticas en diversos contextos de trabajo.
De esta manera y como ejemplo de un código de ética del investigador es el presentado por la Universidad de los Andes (2007):
I. Promoverá y realizará investigaciones que lleven a aumentar el bienestar de la población. Hará buen uso de los fondos otorgados para realizar su investigación.
II. Cumplirá las normas institucionales y gubernamentales que regulan la investigación, como las que velan por la protección de los sujetos humanos, el confort y tratamiento humano de los sujetos animales y la protección del ambiente.
III. Reportará los hallazgos de su investigación de manera abierta, completa y oportuna a la comunidad científica y compartirá razonablemente sus resultados con otros investigadores.
IV. Describirá sus experimentos tal como los realizó. Mostrará su trabajo, metodología y análisis de la forma más precisa posible.
V. Nunca usará el trabajo de otros como que fuera el suyo propio. Citará adecuadamente las investigaciones relevantes que se hayan publicado previamente.
VI. Tratará los manuscritos y las solicitudes de financiamiento con confidencialidad y evitará su uso inapropiado cuando actúe como evaluador.
VII. Revelará los conflictos de intereses que puedan presentarse en sus distintos roles como autor, evaluador y tutor.
VIII. Dará entrenamiento y experiencia a sus aprendices cuando sirva de tutor para aumentar sus habilidades y conocimiento en la práctica ética de la investigación. Reconocerá apropiadamente las contribuciones de ellos a la investigación.
IX. Incentivará y apoyará la publicación oportuna de resultados de sus aprendices sin imponer restricciones que no se hayan mencionado con anticipación. X. Creará y mantendrá un ambiente de trabajo que propicie la diversidad cultural sin discriminación de ninguna naturaleza.
2. Partiendo del concepto de ética y de valores, analice cuales son los valores que están relacionados con la implementación de la investigación educativa.
            Cuando se trata de discutir sobre la ética y los valores presentes en la investigación educativa, contraemos un compromiso ineludible, ya que ambos términos comprometen la actuación o conducta humana, y por tanto a la acción investigadora como un medio para la adquisición de conocimientos, comprensión y mejoramiento de la condición humana.
Los valores son el fundamento del orden y del equilibrio personal y social. Esta afirmación tiene su justificación en el concepto de valor conceptualizado desde la perspectiva filosófica. Desde el punto de vista etimológico, el término valor proviene del latín valor, que deriva del vocablo valere, cuyo significado es ser fuerte, ser potente. Entonces el valor: es toda perfección real o posible que procede de la naturaleza y que se apoya tanto en el ser como en la razón de ser de lo que es real.
Desde otro punto de vista Guédez (2004) expresa que los valores conforman la conglomeración de creencias y conductas motivadoras y orientadoras, entre el creer y el actuar; las cuales median los procesos de pensar, sentir, percibir y expresan la integridad de las personas y organizaciones. Ellos sirven de impulsos de actuación y determinan gran parte de la conducta. Además, los valores constituyen las cualidades de ser apreciables los objetos y acciones, enfrentándose a la discusión axiológica objetivista o subjetivista, es decir el valor esta en el objeto o en el sujeto que se lo atribuye.
Por otro lado, Carrillo y Álvarez (1998), citados por Urdaneta y otros (2009), indican que los valores constituyen conceptos, es decir, elaboraciones mentales para identificar y expresar cualidades propias de los seres; representan aquello por lo cual el individuo está dispuesto a pagar un precio y sirven a los hombres para rechazar o aceptar su conducta. Los valores son inamovibles, universales y articulados en los individuos, no en las sociedades porque estos se desprenden de las relaciones establecidas entre las personas y con las cosas.
Sumado a lo anterior, se consideran valores originarios aquellos de sirven de  apoyo de todos los demás, entre los cuales se encuentran la unidad, la verdad, el bien y la belleza. Los valores en el ser humano son corporales y espirituales. Entre los primeros están los biológicos; los espirituales son intelectuales, morales, estéticos, sociales, religiosos y útiles. Los valores afectivos participan de la corporeidad y de la espiritualidad.
Esta diversidad de valores se asume en los valores de la intimidad, libertad y comunicabilidad. Los valores en las sociedades se apoyan en la razón de ser de cada institución y son los de solidaridad, subsidiariedad, respeto y lealtad. A estos valores se les puede denominar valores relacionales. Todos los  valores comportan un deber ser, pero los valores éticos, además de este principio implican un deber hacer, ya que son una prescripción o norma que tenemos que acatar y cumplir.
 En consideración con los valores que se relacionan con la investigación educativa algunos de ellos pueden inferirse de sus principios que de acuerdo con HHS(2010) citado por Opazo (2011) son:
1. Respeto por las personas: El Principio de respeto de las personas se subdivide en dos requisitos morales: [a] La exigencia de reconocer autonomía personal y [b] la obligación de proteger a las personas con disminución de ella.
2. Beneficencia: En el documento, beneficencia se entiende como una obligación de la cual emergen dos reglas generales: [a] no dañar y [b] posibilitar la maximización de beneficios y minimizar los daños posibles.
3. Justicia: El principio de justicia puede ser entendido como la noción que debe dirigirse al trato igualitario. De acuerdo con Israel y Hay (2006) citado por Opazo (2011), indican la especial advertencia realizada por la comisión con relación a cómo se resolver los temas de la igualdad ante diferencias como la edad, el género, la capacidad y el estatus, con el fin de distribuir las cargas y beneficios para evitar la injusticia que pudiera producirse con la investigación.
            Sumado a esto, es indudable que los valores éticos están directamente relacionados o comprometen cualquier tipo de investigación, de los cuales no escapa la investigación educativa. De forma concreta, la investigación está influida por el investigador, la elección del paradigma desde el que se trabaja, la elección de la teoría sustantiva utilizada para guiar la recolección y análisis de los datos como su interpretación, además de los valores que formen parte del contexto en el que se desarrolla el trabajo.
A través de la siguiente reflexión se ven reflejados los valores que debemos tener presente en toda investigación. De acuerdo con Camps (1990) tenemos que:
La vida humana es constitutivamente moral, no solo porque nuestra vida está por hacer, no se nos  da determinada, sino también por qué el proyecto de vida individual y colectivo, se configura necesariamente en torno a unos ideales , a unos valores, que finalmente, o son éticos o están contra la ética. Podemos equivocarnos en nuestros juicios, actuar de buena o mala fe, pero lo que hagamos o nos propongamos, lo que decidamos, cuando realmente es importante y no trivial, será justo o in justo, leal o desleal,  humano o inhumano. Los criterios que la historia ha ido forjando principio del juicio ético son aún bastante incierto y se prestan a más de una interpretación o explicación, pero sería falso decir que carecemos en absoluto de unos puntos de referencia para valorar lo que hacemos o queremos (p.16).
3. Relación de la ideología con los valores y la investigación. Es posible plasmar una neutralidad ideológica en la investigación.
No se pueden desligar pensamiento y realidad, se actúa sobre una realidad modelada y construida por nuestros pensamientos y nuestra acción, nuestra perspectiva y nuestras posibilidades para conocerla. El hecho social adquiere relevancia en su carácter subjetivo. Entre el sujeto de la investigación y el objeto que “habla” se establece una relación de interdependencia e interacción.
            El establecer la relación entre la ideología con la investigación, nos remite a una disputa ya por mucho tiempo planteada, si ¿en la ciencia puede existir una neutralidad ideológica? Weber en algunos de sus ensayos ya planteaba la dificultad de ciencia neutral a la ideología. El marxismo clásico planteaba la imposibilidad de una neutralidad de las ideas. Estos antecedentes de pensadores de gran relevancia en la historia, dan claros indicios de la dificultad de dar respuesta a esta interrogante que satisfaga a todos.
            Por otra parte, el fin de toda ciencia es conocer y por ende subordina a este hecho cualquiera otra consideración. Pero como forma específica de la actividad humana, se inserta en un contexto social. El fin propio y la finalidad externa de la ciencia se relacionan y condicionan mutuamente de acuerdo a lo planteado por Sánchez (2011). Uno de los mayores cuestionamientos efectuados a las ciencias sociales, cuyo campo incluye a la educación es el problema de la objetividad de la ellas, por poseer un sujeto que es a su vez objeto de estudio.
            En el mismo sentido, el análisis a los distintos sentidos de ideología, su determinación precisa y la determinación de sus relaciones con los conceptos epistémicos fundamentales es un paso previo indispensable para la formulación de una teoría de la ideología, cuya pretensión puede ser  la explicación de los hechos. Muchos defensores de la neutralidad ideológica, solo lo hacen para justificar su ideología.
            De tal forma, el problema ideológico puede estar presente en el investigador, dentro del cual existe una tendencia natural en él de justificar su ideología en los resultados de sus investigaciones que los pudieran sesgar. Solo a través de una férrea posición desde ese código ético del cual debe asirse el investigador podrá vencer ese problema, basado en los valores éticos. Además, dentro de este contexto es importante notar, que para muchos de los autores en las ciencias naturales la posición neutral ante los resultados de las investigaciones, es mucho más fácil de aceptar que en el caso de las ciencias sociales.
            De igual manera, en las ciencias sociales las creencias o ideología del investigador, se manifiesta el aspecto ideológico de forma diferente en relación al paradigma investigativo que se siga. Desde la investigación cuantitativa en el campo educativo, el investigador se ve comprometido con esa teoría qua le deben ser el basamento para el análisis de los resultados.  En la relación sujeto – objeto en la investigación cuantitativa, el sujeto de la investigación debe de ser capaz de despojarse de sus sentimientos, emociones y su subjetividad, de tal forma que puede estudiar la realidad social y humana "desde afuera“, en una relación de independencia.
            Por otra parte, en la investigación cualitativa no se pueden desligar pensamiento y realidad, se actúa sobre una realidad modelada y construida por nuestros pensamientos y nuestra acción, nuestra perspectiva y nuestras posibilidad para conocerla. El hecho social adquiere relevancia en su carácter subjetivo. Entre el sujeto de la investigación y el objeto que “habla” se establece una relación de interdependencia e interacción. En este paradigma el investigador no debe defender una posición ideológica, por lo que se basa en los hallazgos derivados de la investigación.
            Sumado a lo anterior, no se puede olvidar que en el objeto de estudio de la investigación educativa se encuentran igualmente un cúmulo de creencias que deben ser entendidas desde el punto vista de estos pudiéndose de igual forma realizar una mala determinación de los hechos.  De igual forma, en la misma experiencia de recolección, análisis o presentación de lo observado se puede incurrir en unas  fallas producto de la ideología del investigador o sus intereses propios.
            Por tanto, la neutralidad ideológica aún cuestionada por muchos sólo podrá ser posible a través de la formación en valores de los investigadores, quienes no se vean tentados ante los compromisos o intereses.  Freire (1997) expresa que quien observa lo hace desde un cierto punto de vista, lo que no sitúa al observador en el error. El error en verdad no es tener un cierto punto de vista, sino hacerlo absoluto y desconocer que aun desde el acierto de su punto de vista es posible que la razón ética no esté siempre con él.
4. Establezca una relación entre ética, condición humana, valores humanos e investigación educativa.
            La relación entre ética, condición humana, valores humanos e investigación educativa, nos lleva en  a delimitar algunos términos.
1.    La condición humana
En primer lugar nos referiremos a la condición humana, de acuerdo con Arendt, H. (2009)  “la condición humana no es lo mismo que la naturaleza humana, y la suma total de actividades y capacidades que corresponden a la condición humana no constituyen nada semejante a una naturaleza”. Según la antropóloga Hannah, hay dos conceptos claves para pensar al ser humano: condición y acción.
De ese modo,  la comprensión de lo humano como actividad surge del análisis y descripción de figuras y actividades del hombre, que se manifiestan en la expresión  “vida activa”,  entendida esta como la labor, el trabajo y la acción; para Arendt, cada uno de estos actos define una condición humana. La primera es la condición de una vida biológica, la segunda la condición de mundanidad y artificialidad y  la tercera; la pluralidad. Estas tres actividades están íntimamente relacionadas con aquellas condiciones generales de la existencia humana a saber: su natalidad y mortalidad.
Resumiendo, la labor; en tanto proceso vital, asegura la supervivencia del individuo y la especie;  el trabajo permite la durabilidad ante la futilidad de la vida mortal y  la acción, en  tanto es capaz de preservar la singularidad humana, crea la condición para el recuerdo e inaugura la historia.
En otras palabras, la realidad de lo humano surge a partir de su vida activa, su habitar en la naturaleza, en el mundo que construye y la historia que protagoniza. Otra característica fundamental de la “vita activa” es su iniciativa, su capacidad para comenzar algo nuevo, del modo en que un nacimiento representa “un nuevo comienzo” totalmente impredecible y extraño. Para Arendt (2009), esta  iniciativa no es abstracta, ni surge al margen de una realidad dada, para ella: “los hombres son seres condicionados, ya que todas las cosas con las que entra en contacto se convierten en condición de su existencia”.
El hombre llega a la existencia a través del proceso biológico, su primera condición es el vivir  y morir. Pero, como ser mortal es la única existencia que, a diferencia de los animales, no existe solo como miembro de una especie: “La vida humana es individual e históricamente rectilínea en un universo natural”. La segunda condición mencionada, la mundanidad de los asuntos humanos, es la capacidad del hombre para distinguirse de los naturales habitantes de la tierra, puesto que al instalarse en ella la transforma a partir de su productividad material y simbólica, revelándose incluso ante sus leyes y fuerzas.
            La condición de ser vistos y oídos por otros, posibilita la existencia histórica de nuestra individualidad, y supone un ámbito existencial, es decir un “espacio público”. Este ámbito, representa para Arendt,  un icono de lo plenamente humano, en tanto permite expresiones de singularidad, distinción y comunicación propias de lo que se ha denominado “vita activa”.
            De acuerdo con Arendt (2009) existen tres categorías de la  “vita activa” que definen lo humano: la necesidad natural en lo humano, la capacidad constitutiva de crear un mundo, y lo fútil e impredecible de lo humano (el actuar).
a.            La necesidad natural en lo humano, es decir, la primera y básica actividad humana es mantenerse vivo; esto lo comparte con las demás especies animales, tal actividad es necesaria en tanto que le viene asignada como cualquier criatura orgánica. Esta es la vida de lo que Arendt, llama la labor,  puesto que se nutre de dos procesos básicos: subsistencia y manutención. La vida humana se resiste a esta dinámica puesto que  no quiere ser solo la vida de una especie, sino que aspira a una vida de individuos.  La tensión entre necesidad natural  y  afán de libre determinación, estructura orgánica corporal  e iniciativa personal.
En síntesis, dado que la labor consume y no genera nada más allá de sí misma, mantiene a los hombres en un nivel de vida homólogo a las demás especies. Sus productos no pertenecen al mundo se concentran en la vida y su mantenimiento, no usa su cuerpo es su cuerpo. Es decir, la labor posibilita la vida, el consumo y la satisfacción de las necesidades básicas, está más cerca de la naturaleza que del mundo humano, pues este es más bien producto del trabajo. A juicio de la autora, “el punto de vista social”  de la época moderna privilegia el proceso de vida de la humanidad que todas las cosas se convirtieron en objetos de consumo, desperfilando la diferencia entre labor y trabajo, en tanto que ambas se pusieron al servicio de la sobre y supervivencia de la especie.
b.            La capacidad constitutiva de crear un mundo: cuando el ser humano no solo se sitúa como elemento de la naturaleza, tomando distancia, comienza a fabricar  y a intervenir el ambiente, entonces se hace homo faber. Creador de cosas durables, no solo de consumo, dando existencia a entidades independientes de él y de la naturaleza. Un mundo que incluso le otorga identidad, en tanto este se reconoce en su obra. “Contra la subjetividad de los hombres, se levanta la objetividad del mundo hecho por él” señala Arendt. (2009)
En tanto la labor implica esfuerzo del hombre, la fatiga constante por asegurarse la satisfacción de las necesidades vitales, y lo hace proclive al consumo; el trabajo constituye una “reificación”, es decir, su función está en servir para algo y permanecer con esta posibilidad en el mundo, no es un don natural  es el resultado del esfuerzo del hombre, de las manos humanas que forjan la naturaleza. Este carácter  orientado a la dominación, identifica y diferencia al hombre fabricante del hombre de la tierra.
Un segundo aspecto distintivo entre la labor y el trabajo, es su clara representación en las categorías medio-fin, donde todo el proceso de producción (medios) termina y se complementa en la cosa (fin). Esta actúa como valor, dando sentido y guiando el proceder del artesano. Sin embargo, la dinámica de la labor coincide con el trabajo, cada vez que este es motivado por la necesidad del individuo, renunciando al significado creativo del mismo.
En tal sentido, Arendt, sostiene que existe una expresión del homo faber capaz de trascender la funcionalidad utilitaria de su actividad, la cual representará en plenitud su identidad como creador de objetos, esta es la capacidad de hacer arte, el cual no se define ni por su utilidad, comercialidad o cotidianeidad; la mundanidad del  homo faber  significa permanencia y durabilidad, estos son sus valores y sentidos. Duración, estabilidad, formas permanentes resuenan como ideales de un hombre que ama lo eterno, se constituye en una apariencia  que trasciende el uso funcional.
c)         Lo fútil e impredecible de lo humano (el actuar)  El ser humano es otro respecto a los demás seres vivientes, comparte con  sus congéneres  y sin embargo, es capaz de diferenciarse. La capacidad de actuar representa la posibilidad de realizar lo impredecible de ir más allá de lo que indique cualquier fuerza o tendencia natural o social. Según Arendt la natalidad ha de diferenciarse de toda otra condición de origen, pues al nacer otro ser humano,  surge un nuevo principio, capaz de promover una nueva realidad, en otras palabras,  no pueden entenderse como un proceso productivo por cuanto no obedecerá a un propósito determinado o como una simple reproducción de la especie, sino que representa la condición de la libertad con sus impredecibles y con su respectiva dosis de riesgo.
2.            Valores humanos y ética.
En segundo lugar nos acercaremos  a los valores, precisamente a los valores  humanos según considera  Juliana González en el libro “Los valores humanos en México” (2001), donde plantea que hay dos sentidos básicos en los que cabe hablar de valores humanos; uno que hace referencia al problema específico del origen del valor, el origen humano del valor. Otro, referido a los valores del hombre en general, del hombre en su propia dignidad humana.
Señala la autora que afirmar el origen humano del valor implica reconocer que el valor no tiene una realidad en sí, ni es atributo del ser como lo consideró la metafísica, señala que el orden de lo no humano, la realidad misma, es neutra, carente de significación axiológica y que el valor se lo da el hombre, concebido desde el enfoque ontológico del deseo, en tanto que permite poner en el hombre mismo el origen de los valores en general y los valores éticos en particular; dado que la naturaleza humana es naturaleza posible, ambigua; esencialmente histórica y ética.
Según Julia, el hombre es posibilidad y la posibilidad es un deseo, de modo que si el deseo es originario, también lo será la valoración, el deseo de ser, el deseo de realización de la propia condición humana, de ser lo que se es. De modo que para González (2001) los valores humanos son en ese sentido, los valores que emanan del deseo de ser, de las posibilidades o potencialidades más propias del ser humano, aquellas que lo realizan en su propia “humanidad”. Son los valores literalmente humanistas, tal como expresa Heidegger citado por la autora: “El humanismo consiste en reflexionar y velar porque el hombre sea humano y no in-humano y  “bárbaro” es decir fuera de su esencia.
En ese sentido, todos los valores son humanos, ya que su origen es el hombre; pero en otro sentido, los valores humanos son los que específica  y directamente recaen en el hombre mismo y su destino humanizante.  En el hombre están el odio, la destrucción, la crueldad y el sufrimiento, pero también en la misma naturaleza humana están los valores contrarios. En el  hombre mismo está la fuente del valor y de la ética.
            De modo que, los valores surgen de la condición humana y se fundan en ella. La condición humana es suficiente para explicar  la ética, de ahí el que esta, sea ética laica, radicalmente autónoma; en la evolución histórica se van consolidando los valores  humanos en cuyo centro están los valores éticos, señala González.
            Los valores humanos coinciden con los valores éticos, ética y humanismo, en tanto que son los valores del hombre como persona, el ámbito ético es el ámbito de la interioridad, de la conciencia. Sería imposible por tanto hablar de valores humanos si estos no están sustentados en los valores éticos. Sólo por la vía ética hay esperanza de trascender las amenazas de un mundo deshumanizado, centrado en la satisfacción de puros bienes externos y de un individualismo extremo.
Es aquí donde entra el rol que debe asumir la educación y por tanto la investigación educativa, el presente debe realizar su propio esfuerzo axiológico  para dar actualidad y vida al universo del  “valor”, la tarea de la educación es múltiple y apunta en varias direcciones, desde la búsqueda teórica de la verdad de los valores, de la ética y del humanismo, mediante el cultivo de las ciencias humanas y el humanismo, centrados en una praxis ética,  orientados a la construcción de una cultura humanística a través de acciones e instituciones capaces de propiciar una educación verdaderamente formativa.
            En conclusión, los valores humanos se fundan en la condición humana y ambos en la ética, de ahí la importancia que este trinomio representa para la educación y por ende para la investigación educativa.
Referencias Bibliográficas
Arendt, H. (2009). La condición humana.  Buenos Aires: Paidos
Buendía, L. y Berrocal, E. (2001). La ética de la investigación. Agora digital. Disponible en: http://www.uhu.es/agora/version01/digital/numeros/01/01-articulos/miscelanea/buendia.PDF . Consultado el 05-06-2013.
Camps,V. (1990). Virtudes Públicas. Madrid: Espasa Calpe.
Freire, P. (2006). Pedagogía de la autonomía. 11 edición. Madrid : Siglo XXI editores.
González, J. y Landa, J. (2001) Los valores humanos en México. México: Siglo XXI. 
Guédez, V. (2004). La Ética Gerencial. Editorial Planeta. Caracas.
Opazo, H. (2011). Ética en Investigación. Desde la revisión histórica hacia la formación para la construcción del sentido ético. REICE. Revista Iberoamericana sobre Calidad, Eficacia y Cambio en Educación. Volumen 9, Número 2. Disponible en:
Real Academia Española. (2013). Diccionario de la lengua española. 23ra edición. Madrid, España.
Universidad de los Andes (2007). Código de ética del investigador. Disponible en: http://www.saber.ula.ve/dspace/bitstream/123456789/32941/8/codigo_eticainvest.pdf.  Consultado el 05 – 06- 2013.
Sánchez, A. (2011). La ideología de la “Neutralidad ideológica” en las Ciencia Sociales. Disponible en:  http://es.scribd.com/doc/48545358/La-ideologia-de-la-neutralidad-ideologica-en-las-ciencias-sociales-ADOLFO-SANCHEZ-VAZQUEZ .  Consultado el 05 – 06- 2013.
Urdaneta, M. y otros (2009). Ética y valores: un imperativo en la Educación Superior Latinoamericana. Innovación y Gerencia. Revista científica arbitrada. Vol.II. Nro.2., octubre 2009. UJGH, issn 1856-8807
Vain, P. (2011). La Ética de la Investigación Educativa y el Riesgo del Uso de la Ciencia como Naturalización de lo Social. REICE. Revista Iberoamericana sobre Calidad, Eficacia y Cambio en Educación. Volumen 9, Número 2. Disponible en:

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