M.Sc. José Alberto Ibáñez Guzmán
"Quien observa lo hace desde
un cierto punto de vista, lo que no sitúa al observador en el error. El error
en verdad no es tener un cierto punto de vista, sino hacerlo absoluto y
desconocer que aun desde el acierto de su punto de vista es posible que la
razón ética no esté siempre con él"
(Paulo Freire)
En un mundo cada vez mas congestionado, ávido de conocimientos,
donde las producciones intelectuales se encuentran fácilmente al alcance
de todos como consecuencia del desarrollo de las tecnologías de la información
y comunicación (TIC), la ética se constituye en una necesidad en la
investigación, que toma especial valor en el campo educativo. Siendo la
investigación un proceso reflexivo de búsqueda de conocimientos o soluciones a
problemas que enfrenta el ser humano, la misma debe realizarse bajo un proceso
de observación que se aleje de los intereses particulares de quien investiga,
para reflejar una realidad que permita describir la situación problemática
investigada, establecer sus causas o proporcionar la solución.
De tal forma, el abordaje de la investigación educativa desde la
perspectiva de los valores éticos es imprescindible. Por consiguiente, el
propósito de este ensayo es convertirse en un llamado de reflexión sobre la
necesidad de constituir la investigación en un acto ético, donde el
investigador internalice los valores que le servirán de guía a lo largo del
proceso investigativo, impidiendo la comisión de acciones impropias que
conlleven a falsear resultados o al plagio del conocimiento. De igual forma, se
pretende mostrar los principales problemas éticos presentes en la investigación
educativa para alejarla de los compromisos particulares que la sesgan.
En relación a lo anteriormente expuesto, partiré de la definición
de ética, la relación con los valores, la conciencia ética desde el campo de la
investigación educativa y su problemática. La ética constituye una rama de la
filosofía, centrada en el estudio y la producción de análisis y proposiciones
sobre la naturaleza, la función y el valor de los juicios morales, de acuerdo con Blackburn
(2006:17). Esos juicios sirven para evaluar el comportamiento ajeno y la
organización de la sociedad, así como de guía para nuestras acciones. Desde su
aplicabilidad, la ética estudia los problemas morales a los que nos enfrentamos
a diario, ya sea individual o socialmente, intentando resolverlos o
analizarlos.
De este modo, si realizamos una exploración histórica, partiendo
de la percepción cultural occidental, la ética nace del pensamiento
filosófico-metafísico clásico griego que se estableció en el eje fundamental
del pensamiento de las escuelas helenísticas, especialmente entre los estoicos,
cínicos, hedonistas y eclécticos, cuyo objetivo común era conseguir la
felicidad pero con diversidad de medios éticos que iban desde la resistencia al
dolor, la ironía y el placer hasta la mezcla a conveniencia incluso de
contradicciones en base a lo expuesto por Zambrano (2013).
Derivado de lo anterior, un investigador que desafía la disyuntiva
de modificar o manipular datos a fin de direccionar los resultados de su
investigación se enfrenta a un problema ético individual, que necesariamente
debe estremecer su conciencia y solo puede resolver satisfactoriamente este
conflicto basándose en la apropiación de valores. Si se ubica la ética en el
conglomerado de manifestaciones del pensamiento crítico de las personas,
también se le puede admitir como la evaluación de la justificación racional de
nuestros juicios morales.
Por tanto, la ética nos lleva a un plano axiológico y de reflexión
sobre los valores, que se constituyen en la cualidad de ser apreciables los objetos
y acciones. Los valores son principios que orientan nuestro comportamiento a
fin de autorealizarnos como individuos y se constituyen en guías que nos llevan
a establecer preferencias, apreciaciones y elecciones de cosas o acciones.
Ellos irradian nuestros intereses, convicciones, ideales y aspiraciones
personales.
En el campo educativo, los valores cada día han tomado mas realce
ante la necesidad humana de realización plena. Para Carrillo y Álvarez
(1998), citados por Urdaneta y otros (2009), los valores son conceptos,
resultado de elaboraciones mentales para identificar y articular
cualidades propias de los seres; representan todo aquello por lo cual el
individuo se encuentra en disposición de pagar un precio, por lo que sirven a
los hombres para rechazar o aceptar su conducta. De esta manera, el docente o
cualquier investigador deben de ser capaz de anteponerlos a fin de
obtener respuestas a las interrogantes que se plantean.
Entre los frutos de la formación ética se encuentra la reflexión
crítica y las manifestaciones a favor de los derechos humanos. De esta forma,
la investigación educativa debe nutrirse y reflejar esos valores que se
constituyen en el norte del investigador consciente de la intención de analizar
y dar solución a esos problemas presentes en la educación. Por tanto, hago un
especial llamado a los docentes comprometidos con la investigación educativa
para que dia a dia luchen por mejorarla optimizando su calidad.
En el mismo sentido, la investigación se convierte en una
herramienta de gran estima y tiene relevancia en la medida en que la producción
del conocimiento educativo de alguna forma se constituya en un compromiso entre
los investigadores y los actores del hecho educativo. Esta simbiosis, en mi
opinión se debe basar en un acto ético, alejado del cualquier compromiso
ideológico del investigador.
De igual forma, la ética profesional o deontología nos brinda la
oportunidad a los asumir un código que garantice no solo las competencias
adquiridas en el proceso investigativo sino que al ser asimilado nos ayuda a la
obtención de credibilidad en el ejercicio profesional, en este caso específico
de la investigación. Además, la deontología aleja al investigador del rechazo
ante la falta del ejercicio ético reflejado en daños a los sujetos
investigados, a otros investigadores a través del plagio o al ánimo de obtener
pronto resultados de las investigaciones.
De allí, la formación de los investigadores debe permitir la
construcción del sentido ético en ellos, además de la contemplación de
comunidades reflexivas que establezcan códigos de ética, en cuanto a pautas de
actuación y decisión. También debe cuidar de la coherencia entre los códigos de
ética personal e institucional y la actuación cotidiana. De igual forma, se
debe buscar el desarrollo del pensamiento lógico, crítico y
analítico complementado con la voluntad de trabajar a favor de la
formación humana desde la perspectiva axiológica.
En el mismo ámbito, estamos convencidos que se debe generar un
conocimiento en educación, que contribuya a la transformación de las prácticas
educativas concretas (bien particular), de las estructuras organizacionales de
la educación (bien de orden) y de la cultura educativa (bien como valor) como
lo señala Señudo (2011). Por consiguiente, esta necesidad de una ética en la
investigación educativa de acuerdo con Martinez (2011), se evidencia en la
generalidad de bibliografía consultada con base a cuatro problemas éticos,
entre los cuales se encuentran:
1. Disimular la naturaleza de la
investigación a los participantes o involucrarlos sin su consentimiento.
2. Exhibir a los participantes en
actividades potencialmente perjudiciales o a la reducción de su propia
estimación.
3. Irrumpir la intimidad de los
involucrados.
4. Despojar a los participantes de
beneficios.
Claro está, estos problemas éticos están centrados en los
perjuicios a los individuos objeto de investigación. Además, se pueden incluir
los problemas en el desarrollo del trabajo, los propios del investigador, los
daños a otros investigadores y los daños sociales. En un mundo competitivo, que
por mucho tiempo olvidó la importancia de una educación en valores ha generado
un cuestionamiento ético en la investigación educativa y el rol de los
investigadores. De igual forma, me es preciso enfatizar igualmente en la
importancia de los docentes investigadores, quienes en su quehacer diario
observa esos problemas que necesitan ser minimizados o resueltos.
Por tanto, ampliando la idea anteriormente expuesta, la formación
ética del investigador debe ser lo suficientemente fuerte para no cometer
errores en la planificación del proceso investigativo o en la utilización de
los resultados. Muchas de estas faltas éticas son producto de la
posición ideológica o intenciones del investigador, que considero no es
necesariamente un error si entiende que no siempre la razón ética está con él.
En el mismo orden de ideas, muchos investigadores se ven tentados
a la conveniencia personal más que social de la investigación educativa, que
los llene de prestigio. Tal situación, proporciona en algunos casos el
aprovechamiento de las relaciones públicas y al mal uso de los resultados
obtenidos, que en muchos casos se justifican por cualquier medio como lo
expresan Buendia y Berrocal (s/f). En este sentido, es triste cuando
conseguimos investigadores que han tenido que aceptar hipótesis falsas,
justificados por el tiempo invertido en el proceso investigativo, viendose
obligados a modificar las conclusiones u ocultar resultados que llevan a la
realización de informes intencionados, estando conscientes de la falsedad.
Sumado a lo anterior, es importante recalcar que el plagio como
una de las formas más comunes de falta ética, se constituye en el irrespeto a
otros investigadores producto de la utilización de la propiedad intelectual o
planteamientos ajenos como propios. Es común en investigadores noveles la
utilización de trozos de textos de otros sin citarlos, hecho que es inaceptable,
sobre todo cuando se realiza una copia literal de un trabajo de investigación.
Esta situación pareciera hacerse cotidiana en muchos de los trabajos de grado a
nivel universitario, que independientemente sean de pregrado, maestría o
doctorado, las debilidades en la adquisición de competencias investigativas ha
llevado a esta forma de plagio.
Lo planteado anteriormente, solo refleja un hecho cierto en la
investigación cientifica de las diferencias áreas de estudios, agravada en la
investigación educativa que es a su vez social y puede cometer daños de gran
proporción para el logro de soluciones a problemas de esta índole. En algunos
casos esto es producto de la competencia entre investigadores y la necesidad de
obtener un grado profesional, tal es el caso ya planteado. Así, la
investigación y el plagio quedan a la orden del día producto de la
proliferación de grupos de profesionales que brindan sus servicio ante los
beneficios económicos obtenidos.
Con base a lo expuesto, el investigador se enfrenta a presiones
que solo pueden sublimarse a través del desarrollo de una conciencia ética, que
le ayude a mantener cordura en su proceso de investigación. La conciencia ética
se constituye en un dispositivo interno que muestra a la inteligencia humana,
unos objetivos inherentes al individuo; señalando la ventajoso o no
de conducirse de acuerdo a ellos. Los valores éticos exigen ser encontrados por
esa conciencia humana, capaz de atraparlos, sintiendo la necesidad de ellos.
De esta manera, retomo lo relativo a la ética profesional o
deóntológica que le proporciona al investigador códigos que guían o dan normas
para la acción ética, en este caso, de la investigación educativa. A partir de
los años ochenta comienza a crecer la preocupación por la ética en la
investigación, que en el caso específico de la investigación educativa, a nivel
internacional se ve respaldada por actuaciones institucionales como la
realizada en 1992 por la American Eductional Research Association
(AERA), quien crea sus estandares éticos (Bisquerra, 2009).
En contradicción a lo antes presentado, en muchos países no se ha
producido la institucionalización de estos códigos éticos en investigación
educativa, aunque se evidencia la preocupación e interés por sus implicaciones.
La investigación es un acto responsable que sin duda desafía al que la
desarrolla a seguir un código ético en relación a los participantes, a el
desarrollo del trabajo y a la difusión de los resultados.
Esa responsabilidad planteada, es independiente del paradigma de
investigación del investigador, que son formas de acercamiento a la realidad
observada. Por tanto, la investigación tanto cuantitativa como cualitativa
deben enfrentar a los investigadores a esós códigos éticos, que garantizan el
logro de resultados en pro de los beneficios sociales y a la solución de
problemas.
En lo que se refiere a la investigación cualitativa, esta es
una alternativa posible ante la imposición del positivismo como paradigma
investigativo que se aleja de las llamadas ciencias humanas donde la educación
no es realmente explicada desde mi punto personal de vista, que trata de alejar
al investigador de una realidad de la cual es parte y lo toca, además de
olvidar un tanto el contexto cultural que sirve de marco referencial a las
actuaciones y necesidades presentes de los sujetos objetos de investigación.
De igual forma, la investigación cuantitativa compromete al
investigador con una ideología que dificulta la neutralidad tan pregonada para
convertirse en un conflicto ético. Por otro lado, la investigación cualitativa
se aleja de la determinación de una ideología que compromete al investigador,
cuestionando sus hallazgos.
En consecuencia ante los planteamientos expresados en relación a
la investigación educativa, es indispensable el acercamiento de los investigadores
a los valores internalizados que garantice un acto ético y responsable ante la
sociedad en procura de dar explicación y soluciones reales a las problemáticas
abordadas. Por tanto, la investigación debe estar desprovista de intereses
particulares que direccionen a dar resultados específicos e intensionados. De
igual forma, el docente está llamado a convertirse en un investigador
comprometido con la mejora de la educación a través de su participación ética.
De esta manera, la ética es una exigencia social que desafia al
investigador en su papel de responsable del proceso éducativo. Por lo que se
debe exigir el respeto al código de ética de los investigadores, a lo largo de
los distintos subsistemas y niveles educativos, que evite el plagio como forma
mas difundida de falta ética, sobre todo en referencia al logro de grados
profesionales en las universidades.
Referencia Bibliográficas
Blackburn, P. (2006). La ética: fundamentos y
problemáticas contemporáneas. Fondo de cultura económica
Bisquerra, R. (2009). Metodología de la
investigación educativa. 2da Edición. Editorial La Muralla, S.A.
Barcelona
Buendía, L. y Berrocal, E. (s/f). La ética de la
investigación educativa. Disponible en: http://www.uhu.es/agora/version01/digital/numeros/01/01-articulos/miscelanea/buendia.PDF .
Consultado el 08-06-2013.
Martínez, W. (2011). ¿Por qué la investigación debe ser un acto
ético. Universidad Nacional Experimental “Simón Rodríguez”.
Señudo, L. (2011). A manera de introducción. Revista
Iberoamericana sobre Calidad, Eficacia y cambio en educación. 2011 - Volumen 9,
Número 2. Monográfico: Ética en la Investigación Educativa. Disponible en: http://www.rinace.net/reice/numeros/arts/vol9num2/Reice%209,2.pdf .
Consultado el 08-06-2013.
Urdaneta, M., y cols. (2009). Ética y valores: un
imperativo en la Educación Superior Latinoamericana. Innovación y Gerencia.
Revista científica arbitrada. Vol.II. Nro.2., octubre 2009. UJGH, issn
1856-8807.
Zambrano, F. (2012). El “Bum” de la ética. Universidad
Dr. José Gregorio Hernández. Venezuela.
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