Finol, Marilé
Ibáñez, José
Morán, Ana
Villalobos, Ingrid
1.
Partiendo del concepto de ética y moral, así como de sus rasgos distintivos,
haga una transferencia de la aplicación de ambos al momento de realizar
investigación educativa.
En las consultas efectuadas en el
diccionario de la Real Academia Española (2013), se señala que lo ético se
entiende como el conjunto de normas morales que rigen la conducta humana, por otra
parte el término ética se define como la
parte de la Filosofía que trata de la moral y de las obligaciones del hombre,
si se atendiese solo a esta definición, la Ética sería considerada como
sinónimo de Filosofía moral, y por lo tanto una parte de la Filosofía encargada
del estudio de conductas morales. En
concordancia con lo expresado por Chamorro y cols (2007), la ética estudia los
fundamentos de la moralidad de actos humanos, es decir aquellos en virtud de lo
cual pueden ser considerados buenos o malos.
Por otra parte, las
definiciones de Ética están relacionadas con el conocimiento científico de la
moral de los hombres; ambos términos, etimológicamente son sinónimos (éthos y
mores significan "costumbres" en sus lenguas de origen: el griego y
el latín respectivamente). Las costumbres se convierten en normas de
convivencia social, que rigen el comportamiento moral de las personas. La
moral, refleja y determina las cualidades y relaciones de los hombres de una
comunidad o población, sus posibles estratos, su ideología, su justicia y
creencias.
De esta manera, la
moral hace referencia a como las personas ponen en práctica sus criterios
éticos. La moral existe antes que los antes individuos la conozcan. Estas
normas y reglas son aprendidas de distintas fuentes como la familia, la
nacionalidad, la religión, la organización social, la escuela, entre otras. Las
mismas son transmitidas de generación en generación, frecuentemente de manera
implícita, con el resto de las normas sociales. Así la Ética se hace palpable
en comportamientos que desde el punto de vista social pueden ser considerados
moralmente aceptables o no.
De
manera reflexiva ante los planteamientos expresados, aunque pareciera que la Ética
tiene como objeto de análisis aspectos subjetivos, como si un comportamiento es
Ético o no para una determinada persona o sociedad, no es así. Lo que trata de
hacer la ética es evaluar la objetividad de las acciones de las personas, los
criterios universales que pueden ser considerados como bueno para cualquier ser
humano.
Desde
otra perspectiva, al hacer una transferencia a la investigación educativa,
existe en este campo un conjunto de normas que se espera que todo investigar
cumpla, internalizándolas bajo principios éticos universales, tales como la
justicia, la libertad, la honestidad y la verdad. Este hecho nos sitúa en el
campo de la Deontología, que es la faceta aplicada de la Ética y se ocupa de
los deberes de los profesionales, en este caso los investigadores. La lista de
valores y conductas esperadas de los investigadores en todo campo se pueden
resumir en el código del investigador,
donde la Ética se constituye en la obligación de una conducta correcta.
De
tal modo, la transferencia efectuada lleva, cuando se habla de ética, a expresar
que esas normas morales, en lo que a la investigación educativa atañe, deben situar
la producción del conocimiento científico y su utilización, en dirección a la
solución de las problemáticas sociales, pero no desde un punto de vista indefinido
en base con lo expresado por Vain (2011). Dicho de otro forma, se trata de cómo
escogemos los temas de investigación, en justicia de su relevancia social y de la
intención que se persiga al abordar ese acercamiento al tema. Así, la
responsabilidad ética del investigador educativo es central en la reflexión de
la tarea de investigación vista como una actividad profesional productora de
conocimiento sobre el hecho educativo.
En
el mismo sentido, la urgencia de los códigos de investigación ha ayudado a
evitar los cuatro problemas éticos fundamentales referidos por Buendía y
Berrocal (2001), enunciados en los siguientes puntos:
1.
Ocultar a participantes la real naturaleza de la investigación y/o hacerles
participar sin saberlo.
2.
Exponer a participantes a procesos que pueden provocarles perjuicio o disminuir
su propia estima.
3.
Invasión de la intimidad.
4.
Privación de los beneficios de la investigación a los participantes.
En
relación a lo anteriormente indicado, es fundamental que los investigadores
educativos se familiaricen con las reglas éticas existentes y con las mejores
prácticas disponibles. La importancia de contar con conocimientos prácticos de
los códigos de conducta investigativa debe estar relacionada a la disposición
personal del investigador de llevarlos en práctica, conscientes de la utilidad
de aplicarlos para desarrollar prácticas éticas en diversos contextos de
trabajo.
De
esta manera y como ejemplo de un código de ética del investigador es el
presentado por la Universidad de los Andes (2007):
I.
Promoverá y realizará investigaciones que lleven a aumentar el bienestar de la
población. Hará buen uso de los fondos otorgados para realizar su
investigación.
II.
Cumplirá las normas institucionales y gubernamentales que regulan la
investigación, como las que velan por la protección de los sujetos humanos, el
confort y tratamiento humano de los sujetos animales y la protección del
ambiente.
III.
Reportará los hallazgos de su investigación de manera abierta, completa y
oportuna a la comunidad científica y compartirá razonablemente sus resultados
con otros investigadores.
IV.
Describirá sus experimentos tal como los realizó. Mostrará su trabajo,
metodología y análisis de la forma más precisa posible.
V. Nunca usará el
trabajo de otros como que fuera el suyo propio. Citará adecuadamente las
investigaciones relevantes que se hayan publicado previamente.
VI. Tratará los
manuscritos y las solicitudes de financiamiento con confidencialidad y evitará
su uso inapropiado cuando actúe como evaluador.
VII. Revelará los
conflictos de intereses que puedan presentarse en sus distintos roles como
autor, evaluador y tutor.
VIII. Dará
entrenamiento y experiencia a sus aprendices cuando sirva de tutor para
aumentar sus habilidades y conocimiento en la práctica ética de la
investigación. Reconocerá apropiadamente las contribuciones de ellos a la
investigación.
IX. Incentivará y
apoyará la publicación oportuna de resultados de sus aprendices sin imponer
restricciones que no se hayan mencionado con anticipación. X. Creará y
mantendrá un ambiente de trabajo que propicie la diversidad cultural sin
discriminación de ninguna naturaleza.
2.
Partiendo del concepto de ética y de valores, analice cuales son los valores
que están relacionados con la implementación de la investigación educativa.
Cuando se trata de discutir sobre la
ética y los valores presentes en la investigación educativa, contraemos un
compromiso ineludible, ya que ambos términos comprometen la actuación o
conducta humana, y por tanto a la acción investigadora como un medio para la
adquisición de conocimientos, comprensión y mejoramiento de la condición
humana.
Los valores son el fundamento del orden y del
equilibrio personal y social. Esta afirmación tiene su justificación en el
concepto de valor conceptualizado desde la perspectiva filosófica. Desde el
punto de vista etimológico, el término valor proviene del latín valor, que deriva del vocablo valere, cuyo significado es ser
fuerte, ser potente. Entonces el valor: es toda perfección real o posible que procede de la naturaleza y que se
apoya tanto en el ser como en la razón de ser de lo que es real.
Desde
otro punto de vista Guédez (2004) expresa que los valores conforman la conglomeración
de creencias y conductas motivadoras y orientadoras, entre el creer y el
actuar; las cuales median los procesos de pensar, sentir, percibir y expresan
la integridad de las personas y organizaciones. Ellos sirven de impulsos de
actuación y determinan gran parte de la conducta. Además, los valores
constituyen las cualidades de ser apreciables los objetos y acciones,
enfrentándose a la discusión axiológica objetivista o subjetivista, es decir el
valor esta en el objeto o en el sujeto que se lo atribuye.
Por otro
lado, Carrillo y Álvarez (1998), citados por Urdaneta y otros (2009), indican que
los valores constituyen conceptos, es decir, elaboraciones mentales para
identificar y expresar cualidades propias de los seres; representan aquello por
lo cual el individuo está dispuesto a pagar un precio y sirven a los hombres
para rechazar o aceptar su conducta. Los valores son inamovibles, universales y
articulados en los individuos, no en las sociedades porque estos se desprenden
de las relaciones establecidas entre las personas y con las cosas.
Sumado
a lo anterior, se consideran valores originarios aquellos de sirven de apoyo de todos los demás, entre los cuales se
encuentran la unidad, la verdad, el bien y la belleza. Los valores en el ser
humano son corporales y espirituales. Entre los primeros están los biológicos;
los espirituales son intelectuales, morales, estéticos, sociales, religiosos y
útiles. Los valores afectivos participan de la corporeidad y de la
espiritualidad.
Esta
diversidad de valores se asume en los valores de la intimidad, libertad y
comunicabilidad. Los valores en las sociedades se apoyan en la razón de ser de
cada institución y son los de solidaridad, subsidiariedad, respeto y lealtad. A
estos valores se les puede denominar valores relacionales. Todos los valores comportan un deber ser, pero los valores éticos,
además de este principio implican un deber hacer, ya que son una prescripción o
norma que tenemos que acatar y cumplir.
En consideración con los valores que
se relacionan con la investigación educativa algunos de ellos pueden inferirse
de sus principios que de acuerdo con HHS(2010) citado por Opazo (2011) son:
1. Respeto
por las personas: El Principio de respeto de las personas se subdivide en
dos requisitos morales: [a] La exigencia de reconocer autonomía personal y [b]
la obligación de proteger a las personas con disminución de ella.
2. Beneficencia:
En el documento, beneficencia se entiende como una obligación de la cual
emergen dos reglas generales: [a] no dañar y [b] posibilitar la maximización de
beneficios y minimizar los daños posibles.
3. Justicia:
El principio de justicia puede ser entendido como la noción que debe dirigirse
al trato igualitario. De acuerdo con Israel y Hay (2006) citado por Opazo
(2011), indican la especial advertencia realizada por la comisión con relación
a cómo se resolver los temas de la igualdad ante diferencias como la edad, el
género, la capacidad y el estatus, con el fin de distribuir las cargas y
beneficios para evitar la injusticia que pudiera producirse con la
investigación.
Sumado
a esto, es indudable que los valores éticos están directamente relacionados o
comprometen cualquier tipo de investigación, de los cuales no escapa la
investigación educativa. De forma concreta, la investigación está influida por
el investigador, la elección del paradigma desde el que se trabaja, la elección
de la teoría sustantiva utilizada para guiar la recolección y análisis de los
datos como su interpretación, además de los valores que formen parte del
contexto en el que se desarrolla el trabajo.
A través de la siguiente reflexión se ven reflejados los valores que
debemos tener presente en toda investigación. De acuerdo con Camps (1990)
tenemos que:
La vida humana es constitutivamente moral, no solo porque nuestra vida está
por hacer, no se nos da determinada, sino también por qué el proyecto de
vida individual y colectivo, se configura necesariamente en torno a unos
ideales , a unos valores, que finalmente, o son éticos o están contra la ética.
Podemos equivocarnos en nuestros juicios, actuar de buena o mala fe, pero lo
que hagamos o nos propongamos, lo que decidamos, cuando realmente es importante
y no trivial, será justo o in justo, leal o desleal, humano o inhumano.
Los criterios que la historia ha ido forjando principio del juicio ético son
aún bastante incierto y se prestan a más de una interpretación o explicación,
pero sería falso decir que carecemos en absoluto de unos puntos de referencia
para valorar lo que hacemos o queremos (p.16).
3. Relación de la
ideología con los valores y la investigación. Es posible plasmar una
neutralidad ideológica en la investigación.
No se pueden desligar
pensamiento y realidad, se actúa sobre una realidad modelada y construida por
nuestros pensamientos y nuestra acción, nuestra perspectiva y nuestras
posibilidades para conocerla. El hecho social adquiere relevancia en su
carácter subjetivo. Entre el sujeto de la investigación y el objeto que “habla”
se establece una relación de interdependencia e interacción.
El
establecer la relación entre la ideología con la investigación, nos remite a
una disputa ya por mucho tiempo planteada, si ¿en la ciencia puede existir una neutralidad
ideológica? Weber en algunos de sus ensayos ya planteaba la dificultad de
ciencia neutral a la ideología. El marxismo clásico planteaba la imposibilidad
de una neutralidad de las ideas. Estos antecedentes de pensadores de gran
relevancia en la historia, dan claros indicios de la dificultad de dar
respuesta a esta interrogante que satisfaga a todos.
Por
otra parte, el fin de toda ciencia es conocer y por ende subordina a este hecho
cualquiera otra consideración. Pero como forma específica de la actividad
humana, se inserta en un contexto social. El fin propio y la finalidad externa
de la ciencia se relacionan y condicionan mutuamente de acuerdo a lo planteado
por Sánchez (2011). Uno de los mayores cuestionamientos efectuados a las
ciencias sociales, cuyo campo incluye a la educación es el problema de la
objetividad de la ellas, por poseer un sujeto que es a su vez objeto de
estudio.
En
el mismo sentido, el análisis a los distintos sentidos de ideología, su
determinación precisa y la determinación de sus relaciones con los conceptos
epistémicos fundamentales es un paso previo indispensable para la formulación
de una teoría de la ideología, cuya pretensión puede ser la explicación de los hechos. Muchos
defensores de la neutralidad ideológica, solo lo hacen para justificar su
ideología.
De
tal forma, el problema ideológico puede estar presente en el investigador, dentro
del cual existe una tendencia natural en él de justificar su ideología en los
resultados de sus investigaciones que los pudieran sesgar. Solo a través de una
férrea posición desde ese código ético del cual debe asirse el investigador
podrá vencer ese problema, basado en los valores éticos. Además, dentro de este
contexto es importante notar, que para muchos de los autores en las ciencias
naturales la posición neutral ante los resultados de las investigaciones, es
mucho más fácil de aceptar que en el caso de las ciencias sociales.
De
igual manera, en las ciencias sociales las creencias o ideología del
investigador, se manifiesta el aspecto ideológico de forma diferente en
relación al paradigma investigativo que se siga. Desde la investigación
cuantitativa en el campo educativo, el investigador se ve comprometido con esa
teoría qua le deben ser el basamento para el análisis de los resultados. En la relación sujeto – objeto en la
investigación cuantitativa, el sujeto de la investigación debe de ser capaz de
despojarse de sus sentimientos, emociones y su subjetividad, de tal forma que
puede estudiar la realidad social y humana "desde afuera“, en una relación
de independencia.
Por
otra parte, en la investigación cualitativa no se pueden desligar pensamiento y
realidad, se actúa sobre una realidad modelada y construida por nuestros
pensamientos y nuestra acción, nuestra perspectiva y nuestras posibilidad para
conocerla. El hecho social adquiere relevancia en su carácter subjetivo. Entre
el sujeto de la investigación y el objeto que “habla” se establece una relación
de interdependencia e interacción. En este paradigma el investigador no debe
defender una posición ideológica, por lo que se basa en los hallazgos derivados
de la investigación.
Sumado
a lo anterior, no se puede olvidar que en el objeto de estudio de la
investigación educativa se encuentran igualmente un cúmulo de creencias que
deben ser entendidas desde el punto vista de estos pudiéndose de igual forma
realizar una mala determinación de los hechos.
De igual forma, en la misma experiencia de recolección, análisis o
presentación de lo observado se puede incurrir en unas fallas producto de la ideología del
investigador o sus intereses propios.
Por
tanto, la neutralidad ideológica aún cuestionada por muchos sólo podrá ser
posible a través de la formación en valores de los investigadores, quienes no
se vean tentados ante los compromisos o intereses. Freire (1997) expresa que quien observa lo
hace desde un cierto punto de vista, lo que no sitúa al observador en el error.
El error en verdad no es tener un cierto punto de vista, sino hacerlo absoluto
y desconocer que aun desde el acierto de su punto de vista es posible que la
razón ética no esté siempre con él.
4.
Establezca una relación entre ética, condición humana, valores humanos e
investigación educativa.
La
relación entre ética, condición humana, valores humanos e investigación
educativa, nos lleva en a delimitar
algunos términos.
1. La condición humana
En primer lugar nos
referiremos a la condición humana, de acuerdo con Arendt, H. (2009) “la condición humana no es lo mismo que la
naturaleza humana, y la suma total de actividades y capacidades que
corresponden a la condición humana no constituyen nada semejante a una
naturaleza”. Según la antropóloga Hannah, hay dos conceptos claves para pensar
al ser humano: condición y acción.
De ese modo, la comprensión de lo humano como actividad
surge del análisis y descripción de figuras y actividades del hombre, que se
manifiestan en la expresión “vida
activa”, entendida esta como la labor,
el trabajo y la acción; para Arendt, cada uno de estos actos define una
condición humana. La primera es la condición de una vida biológica, la segunda
la condición de mundanidad y artificialidad y
la tercera; la pluralidad. Estas tres actividades están íntimamente
relacionadas con aquellas condiciones generales de la existencia humana a
saber: su natalidad y mortalidad.
Resumiendo, la labor;
en tanto proceso vital, asegura la supervivencia del individuo y la
especie; el trabajo permite la
durabilidad ante la futilidad de la vida mortal y la acción, en
tanto es capaz de preservar la singularidad humana, crea la condición
para el recuerdo e inaugura la historia.
En otras palabras, la
realidad de lo humano surge a partir de su vida activa, su habitar en la
naturaleza, en el mundo que construye y la historia que protagoniza. Otra
característica fundamental de la “vita
activa” es su iniciativa, su capacidad para comenzar algo nuevo, del modo
en que un nacimiento representa “un nuevo comienzo” totalmente impredecible y
extraño. Para Arendt (2009), esta
iniciativa no es abstracta, ni surge al margen de una realidad dada,
para ella: “los hombres son seres condicionados, ya que todas las cosas con las
que entra en contacto se convierten en condición de su existencia”.
El hombre llega a la
existencia a través del proceso biológico, su primera condición es el vivir
y morir. Pero, como ser mortal es la única existencia que, a diferencia
de los animales, no existe solo como miembro de una especie: “La vida humana es
individual e históricamente rectilínea en un universo natural”. La segunda
condición mencionada, la mundanidad de los asuntos humanos, es la capacidad del
hombre para distinguirse de los naturales habitantes de la tierra, puesto que
al instalarse en ella la transforma a partir de su productividad material y
simbólica, revelándose incluso ante sus leyes y fuerzas.
La
condición de ser vistos y oídos por otros, posibilita la existencia histórica
de nuestra individualidad, y supone un ámbito existencial, es decir un “espacio
público”. Este ámbito, representa para Arendt,
un icono de lo plenamente humano, en tanto permite expresiones de singularidad,
distinción y comunicación propias de lo que se ha denominado “vita activa”.
De
acuerdo con Arendt (2009) existen tres categorías de la “vita activa” que definen lo humano: la
necesidad natural en lo humano, la capacidad constitutiva de crear un mundo, y
lo fútil e impredecible de lo humano (el
actuar).
a.
La necesidad natural en lo humano, es
decir, la primera y básica actividad humana es mantenerse vivo; esto lo
comparte con las demás especies animales, tal actividad es necesaria en tanto
que le viene asignada como cualquier criatura orgánica. Esta es la vida de lo
que Arendt, llama la labor, puesto que se nutre de dos procesos básicos:
subsistencia y manutención. La vida humana se resiste a esta dinámica puesto
que no quiere ser solo la vida de una
especie, sino que aspira a una vida de individuos. La tensión entre necesidad natural y afán
de libre determinación, estructura orgánica corporal e iniciativa personal.
En
síntesis, dado que la labor consume y no genera nada más allá de sí misma,
mantiene a los hombres en un nivel de vida homólogo a las demás especies. Sus
productos no pertenecen al mundo se concentran en la vida y su mantenimiento,
no usa su cuerpo es su cuerpo. Es decir, la labor posibilita la vida, el
consumo y la satisfacción de las necesidades básicas, está más cerca de la
naturaleza que del mundo humano, pues este es más bien producto del trabajo. A
juicio de la autora, “el punto de vista social”
de la época moderna privilegia el proceso de vida de la humanidad que
todas las cosas se convirtieron en objetos de consumo, desperfilando la
diferencia entre labor y trabajo, en tanto que ambas se pusieron al servicio de
la sobre y supervivencia de la especie.
b.
La capacidad constitutiva de crear un
mundo: cuando
el ser humano no solo se sitúa como elemento de la naturaleza, tomando
distancia, comienza a fabricar y a
intervenir el ambiente, entonces se hace homo
faber. Creador de cosas durables, no solo de consumo, dando existencia a
entidades independientes de él y de la naturaleza. Un mundo que incluso le
otorga identidad, en tanto este se reconoce en su obra. “Contra la subjetividad
de los hombres, se levanta la objetividad del mundo hecho por él” señala
Arendt. (2009)
En tanto la labor
implica esfuerzo del hombre, la fatiga constante por asegurarse la satisfacción
de las necesidades vitales, y lo hace proclive al consumo; el trabajo
constituye una “reificación”, es decir, su función está en servir para algo y
permanecer con esta posibilidad en el mundo, no es un don natural es el resultado del esfuerzo del hombre, de las
manos humanas que forjan la naturaleza. Este carácter orientado a la dominación, identifica y
diferencia al hombre fabricante del hombre de la tierra.
Un segundo aspecto
distintivo entre la labor y el trabajo, es su clara representación en las
categorías medio-fin, donde todo el proceso de producción (medios) termina y se
complementa en la cosa (fin). Esta actúa como valor, dando sentido y guiando el
proceder del artesano. Sin embargo, la dinámica de la labor coincide con el
trabajo, cada vez que este es motivado por la necesidad del individuo,
renunciando al significado creativo del mismo.
En tal sentido, Arendt, sostiene que existe una expresión
del homo faber capaz de trascender la
funcionalidad utilitaria de su actividad, la cual representará en plenitud su
identidad como creador de objetos, esta es la capacidad de hacer arte, el cual
no se define ni por su utilidad, comercialidad o cotidianeidad; la mundanidad
del homo
faber significa permanencia y
durabilidad, estos son sus valores y sentidos. Duración, estabilidad, formas
permanentes resuenan como ideales de un hombre que ama lo eterno, se constituye
en una apariencia que trasciende el uso
funcional.
c) Lo fútil e impredecible de lo humano (el
actuar) El ser humano es otro
respecto a los demás seres vivientes, comparte con sus congéneres y sin embargo, es capaz de diferenciarse. La
capacidad de actuar representa la posibilidad de realizar lo impredecible de ir
más allá de lo que indique cualquier fuerza o tendencia natural o social. Según
Arendt la natalidad ha de diferenciarse de toda otra condición de origen, pues
al nacer otro ser humano, surge un nuevo
principio, capaz de promover una nueva realidad, en otras palabras, no pueden entenderse como un proceso
productivo por cuanto no obedecerá a un propósito determinado o como una simple
reproducción de la especie, sino que representa la condición de la libertad con
sus impredecibles y con su respectiva dosis de riesgo.
2.
Valores
humanos y ética.
En
segundo lugar nos acercaremos a los
valores, precisamente a los valores
humanos según considera Juliana
González en el libro “Los valores humanos en México” (2001), donde plantea que
hay dos sentidos básicos en los que cabe hablar de valores humanos; uno que
hace referencia al problema específico del origen del valor, el origen humano
del valor. Otro, referido a los valores del hombre en general, del hombre en su
propia dignidad humana.
Señala
la autora que afirmar el origen humano del valor implica reconocer que el valor
no tiene una realidad en sí, ni es atributo del ser como lo consideró la
metafísica, señala que el orden de lo no humano, la realidad misma, es neutra,
carente de significación axiológica y que el valor se lo da el hombre,
concebido desde el enfoque ontológico del deseo, en tanto que permite poner en
el hombre mismo el origen de los valores en general y los valores éticos en
particular; dado que la naturaleza humana es naturaleza posible, ambigua;
esencialmente histórica y ética.
Según Julia, el
hombre es posibilidad y la posibilidad es un deseo, de modo que si el deseo es
originario, también lo será la valoración, el deseo de ser, el deseo de
realización de la propia condición humana, de ser lo que se es. De modo que
para González (2001) los valores humanos son en ese sentido, los valores que
emanan del deseo de ser, de las posibilidades o potencialidades más propias del
ser humano, aquellas que lo realizan en su propia “humanidad”. Son los valores
literalmente humanistas, tal como expresa Heidegger citado por la autora: “El
humanismo consiste en reflexionar y velar porque el hombre sea humano y no
in-humano y “bárbaro” es decir fuera de
su esencia.
En ese sentido, todos
los valores son humanos, ya que su origen es el hombre; pero en otro sentido,
los valores humanos son los que específica
y directamente recaen en el hombre mismo y su destino humanizante. En el hombre están el odio, la destrucción, la
crueldad y el sufrimiento, pero también en la misma naturaleza humana están los
valores contrarios. En el hombre mismo está la fuente del valor y de la ética.
De modo que, los
valores surgen de la condición humana y se fundan en ella. La condición humana
es suficiente para explicar la ética, de
ahí el que esta, sea ética laica, radicalmente autónoma; en la evolución
histórica se van consolidando los valores
humanos en cuyo centro están los valores éticos, señala González.
Los
valores humanos coinciden con los valores éticos, ética y humanismo, en tanto
que son los valores del hombre como persona, el ámbito ético es el ámbito de la
interioridad, de la conciencia. Sería imposible por tanto hablar de valores
humanos si estos no están sustentados en los valores éticos. Sólo por la vía
ética hay esperanza de trascender las amenazas de un mundo deshumanizado,
centrado en la satisfacción de puros bienes externos y de un individualismo
extremo.
Es
aquí donde entra el rol que debe asumir la educación y por tanto la
investigación educativa, el presente debe realizar su propio esfuerzo
axiológico para dar actualidad y vida al
universo del “valor”, la tarea de la
educación es múltiple y apunta en varias direcciones, desde la búsqueda teórica
de la verdad de los valores, de la ética y del humanismo, mediante el cultivo
de las ciencias humanas y el humanismo, centrados en una praxis ética, orientados a la construcción de una cultura
humanística a través de acciones e instituciones capaces de propiciar una
educación verdaderamente formativa.
En
conclusión, los valores humanos se fundan en la condición humana y ambos en la
ética, de ahí la importancia que este trinomio representa para la educación y
por ende para la investigación educativa.
Referencias
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