MSc. Nestor Reinozo Esp.
REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA
UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL: “RAFAEL MARIA
BARALT”
PROGRAMA DE DOCTORADO EN EDUCACION
FACILITADORA: DRA. MARLENE VERA DE PINTO
LA FUNCIÓN INVESTIGATIVA, ACTO ÉTICO
DEL PROFESOR
UNIVERSITARIO Y SU RELACIÓN
CON LA PROBLEMÁTICA DEL ENTORNO
Presentado por Néstor Reinozo
nestorreinozo@gmail.com
MARACAIBO, JUNIO 2013
Castellano, Pablo: "Para saber si alguien tiene ética, no hay
que preguntarle por su carné, sino por su comportamiento."
LA FUNCIÓN INVESTIGATIVA, ACTO ÉTICO
DEL PROFESOR
UNIVERSITARIO Y SU RELACIÓN
CON LA PROBLEMÁTICA DEL ENTORNO
En el quehacer de la universidad
del siglo XXI, se puede destacar que las universidades venezolanas tienen la
necesidad de enfrentar nuevos retos, donde la formación del recurso humano
tiene que estar acorde con los requerimientos de la realidad, el sector
educativo está exigiéndole a las universidades, respuestas acertadas e
inmediatas a fin de producir resultados,
propuestas o proyectos en el área de la investigación educativa, que permitan
mejorar el ejercicio de esta profesión. Con
ello la implementación de políticas educativas orientadas a una redefinición
continua de la función del docente, que le dé un verdadero sentido al perfil
profesional de los docentes educativos para el logro de una formación integral.
Ante la globalización del
conocimiento, la sociedad
actual exige del hombre una constante evolución intelectual y tecnológica, que
garantice el mejoramiento del nivel de competencia. Esto implica, un sistema
educativo coherente e íntegro, que ofrezca los medios adecuados para responder
a las expectativas educativas y culturales de cada individuo, de acuerdo con
sus capacidades. Por ello, las universidades tienen la necesidad de innovar
estrategias de enseñanza que permitan un mejor aprovechamiento de las
experiencias de aprendizaje.
Bajo
este marco de referencia, surge la inquietud de realizar el presente ensayo, el
cual tiene como objeto de estudio la función investigativa del docente,
acto ético en su rol de investigador y su relación con la
problemática del entorno y su
relación permanente con la construcción del conocimiento El docente investigador
como creador de conocimiento es actor principal, de él depende la formación del
espíritu crítico y reflexivo de los profesionales que han de contribuir a la
transformación de la sociedad. . modificando su praxis pedagógica en el proceso
enseñanza aprendizaje, para dar respuesta eficaz a las tendencias de la
educación universitaria.
Es una reflexión sobre la responsabilidad
social de la universidad en un mundo de constante incertidumbre. No obstante, algunos investigadores
coinciden que la función del profesor universitario ha estado expuesta a
frecuentes críticas, por ser un proceso basado en el docente, en la transmisión de información y la
reproducción del conocimiento; ello ha redundado en la formación de
estudiantes faltos del sentido de la censura y poco científico, sin motivación
hacia la investigación. Sin embargo,
se han hecho esfuerzos para hacer un nuevo emplazamiento de la docencia hacia
modelos más participativos.
Según
Ruiz (1992), la falta de un programa para capacitar investigadores que se
integre como parte sustantiva de la actividad académica de las instituciones de
educación universitaria, refleja el divorcio existente entre la docencia y la investigación, así
como la reproducción de los esquemas tradicionales del proceso de enseñanza y
aprendizaje. En tales circunstancias la docencia se lleva a cabo como una
transmisión mecánica de las verdades científicas que no requieren someterse a
discusión, convirtiendo el estudiante en
un ser pasivo y receptivo, mientras que el docente se convierte en la autoridad debido a sus conocimientos y
experiencia, correspondiéndole la parte activa del aprendizaje.
Así, el estudiante repite lo que aprende sin
una reflexión pues se queda con la información obtenida como algo dado,
incuestionable. No participa en la construcción del conocimiento. Este tipo de
práctica docente que prevalece en la gran mayoría de las instituciones
educativas de América Latina, limita o impide la investigación. Es una
práctica muerta que se resiste a ser enterrada, este tipo de enseñanza no
motiva al estudiante para plantear problemas que desencadenen procesos de investigación. El aula se
convierte en un espacio para desalentar la participación; con ello muchos
docentes evitan el conflicto, la discusión y por ende, el cambio.
Por
esta razón,
los centros universitarios están llamados a ser los responsables directos de
preparar académicamente el personal que demanda la sociedad, Ante
esta situación, es un desafío para la universidad como centro de investigación, la ardua tarea
de integrar, apropiar y producir conocimientos que proyecten su acción social,
validen sus procesos de enseñanza y con ello el mejoramiento de la calidad del estamento
profesoral universitario, reconociendo sus actuales condiciones y características.
En consecuencia, es urgente, abogar por la sana
interacción entre profesores e investigadores, o mejor por un alto desempeño
del docente investigador, fortaleciendo espacios para la reflexión que conduzca
a su formación pedagógica e investigativa, en procura de una educación de
calidad, entendida como aquella que resulta de la articulación entre todos los
estamentos comprometidos con el sistema educativo, y que a su vez cumple con
las expectativas generadas por la estructura social. Por
ello, se hace necesario vincular la
docencia a la investigación conforme a
las prioridades de la sociedad y del Estado.
En
la actualidad, la política rectora del sector universitario venezolano se ha
perfilado hacia la formación de profesionales eficientes que requiere el sector
productivo (Miquilena, 1994). Por
ello, hay que destacar que la base fundamental de este subsistema la conforma
la actuación del profesor universitario.
De allí la relevancia
que tiene la investigación: pilar fundamental en la consecución de nuevos
conocimientos, pues desempeña un rol importante: gestora
de pensamiento y creadora de saberes en el quehacer docente, aportando al profesor
universitario ideas, elementos y nuevas estrategias para mejorar la calidad de
la enseñanza; así mismo, facilitando una mayor comprensión de los factores
históricos, sociales, culturales y económicos que intervienen en los procesos
educativos.
Este
nuevo concepto trae consigo la incorporación de un nuevo perfil en la formación
del docente que lo define no sólo como
transmisor sino también productor de conocimientos y ejecutor de acciones de
innovación. Así pues, la
investigación se hace hurgando tanto en el pasado como en el futuro, sin
embargo, resulta preciso insistir sobre la necesidad de enseñar, no sólo “cómo se
maneja la máquina”, sino “cómo se construye”, pues no se puede construir sin
echar una mirada al reino de los fines, así como al de las causas.
Ahora bien, aun
cuando pueda parecer una paradoja, el fin se encuentra en el principio de las
cosas. No se llega a un resultado, sin saber a dónde se va, la finalidad domina
la causalidad. La desvalorización del fin, que hace estragos desgraciadamente
en la moderna ciencia del aprendizaje, es uno de los pecados más graves que un
profesor puede cometer, pues la docencia universitaria, amerita no sólo la
sensibilidad para interpretar las carencias y las potencialidades individuales
del estudiante, sino una actitud ética científica, crítica, reflexiva y
creativa para afrontarlas, siempre con modestia intelectual, pues su norte, no
debe ser otro a establecer con el discente, una relación científica, una
comunicación entre saberes y experiencias, en pro de los intereses de la
comunidad.
En consecuencia, es urgente, abogar por la sana
interacción entre profesores e investigadores, o mejor por un alto desempeño
del docente investigador, fortaleciendo espacios para la reflexión que conduzca
a su formación pedagógica e investigativa, en procura de una educación de
calidad, entendida como aquella que resulta de la articulación entre todos los
estamentos comprometidos con el sistema educativo, y que a su vez cumple con
las expectativas generadas por la estructura social. Por
ello, se hace necesario vincular la
docencia a la investigación conforme a
las prioridades de la sociedad y del Estado.
Lo
antes planteado, conlleva a reflexionar sobre la actuación ética del docente
universitario en la resolución de problemas de nuestro entorno social el educador, tiene la obligación de ser a su vez un investigador, razón por
la cual, no debe bastarle con saber la ciencia o el arte en que doctrina, sino
que, como guía de pensamiento justo y verdadero, debe tener una expresión,
iluminada por la llama de la ética
que surge del reconocimiento sereno y honrado de sí mismo y la trascendental labor
que desempeña mediante
la práctica de la función investigativa en
la transformación del mundo caracterizado por la tendencias globalizantes.
Sin duda, donde no hay recato y nobleza de principios, no existe enseñanza
saludable y auténtica, puesto que a la opinión del docente, le faltaría aquello
que la hace verdaderamente valiosa: una bien intencionada voluntad, por lo
tanto, el verdadero desarrollo, que siempre será en niveles educativos, debe
llevar al formador universitario, orientado en el camino de su historia y de su
cultura. Ahora bien, los investigadores, las instituciones y, de hecho, la
sociedad están obligados a garantizar los principios fundamentales y
universales de la ética de la investigación; estos deben cumplirse cada vez que
se realiza una investigación con seres humanos: respeto por las personas,
beneficencia y justicia.
Para Rogers. (citado en Naranjos., 1992) señala en la
concepción humanista… la enseñanza debe girar en torno a la persona y
depende fundamentalmente de las actitudes del maestro y de los métodos o técnicas utilizadas,
descubriendo, obteniendo y colocando a la inmediata disposición los recursos que respondan a las
necesidades de los estudiantes, el docente investigador debe ser
indeterminista, un poeta hacedor que proporcione herramientas necesarias en su
rol como investigador.
Así, los grandes desafíos
planteados por Morín (1999) se
convierten en dispositivos fundamentales de un proceso de transformación y
reafirmación universitaria. Este autor comienza por señalar la existencia de “una falta de adecuación cada vez más
amplia, profunda y grave entre nuestros saberes disociados, parcelados,
compartimentados entre disciplinas y,
por otra parte, realidades o problemas cada vez más pluridisciplinarios,
transversales, globales, planetarios”
Desde esta perspectiva en los
procesos de enseñar y aprender siempre surgirán preguntas que exigirán
respuestas, por eso requiere actitud investigativa. Según Posada (2004), esta debe ser concebida como una manera
vivencial y práctica de conocer, que motiva la capacidad de duda,
búsqueda, reflexión permanente y
sistemática a través de la pregunta en torno a múltiples fenómenos, donde
cobran relevancia los contenidos que se aprenden. Se infiere entonces, que es
necesaria la integración de conocimientos desde la interdisciplinariedad,
generando aprendizajes aplicables a situaciones complejas, provocando la
autonomía personal del estudiante.
Según Jaspers
(1946), el docente investigador pone al estudiante en contacto directo con
el propio proceso del conocimiento, y es ese el contacto con el que se
contempla la ciencia originariamente. El docente que investiga, enseña desde su
propia experiencia de conocer, él tiene la práctica originaria y secuencial del
desarrollo del saber y orienta la formación del espíritu científico e innovador
de sus discípulos, es un intelectual critico-reflexivo, empeñado en transformar
su propia realidad. Integra la persona, el ciudadano y el profesional,
protagonista comprometido con el mundo de la vida.
Para concluir, es así como podemos reafirmar el compromiso efectivo del hombre y su actitud ética que lo conduce hacia su
auténtica realización de lo que es y debe serla función investigativa como profesional,
como docente investigador, esto implica la necesidad de conocer quién es el
como un ser individual. Un ser caracterizado por perseguir su objeto de
conocimiento bajo sus propios riesgos,
trabajando sin horario y sin que se advierta, asume responsabilidades que lo
revisten de autoridad en lo que hace, fomentando en el estudiante el
pensamiento creativo y crítico, orientándolo en el planteamiento de problemas y
búsqueda de soluciones.
La ética requiere de la reflexión y de la argumentación, es allí
donde se relaciona con la investigación educativa.
Una doctrina ética elabora y verifica
afirmaciones o juicios determinados. La investigación educativa es un conjunto
de acciones sistemáticas con objetivos propios, que apoyados en un marco
teórico o referencial, en un esquema de
trabajo y con una perspectiva definida, interpretan o actúan sobre la realidad
educativa, organizando nuevos conocimientos, teorías, métodos, medios,
sistemas, modelos, patrones de conducta y procedimientos educativos o
modificando los existentes.
La ética es
el compromiso que se adquiere con uno mismo de ser siempre más persona”, la
ética se refiere a una decisión interna y libre que no representa una simple
aceptación de lo que otros piensan, dicen y hacen. Para ello el investigador debe actuar de manera responsable en el ejercicio de su profesión, no basta con
el establecimiento de códigos y normas,
sino que su actuación este basada en valores
éticos-morales, comprendiendo además las implicaciones de sus actuaciones,
en cuanto al impacto positivo o negativo de las mismas.
El docente investigador
tiene como responsabilidad exponer en
forma escrita y oral los resultados de su quehacer científico, saber elaborar
artículos y libros a fin de difundir su labor científica, capaz de exponer ante
cualquier tipo de público sus trabajos de investigación para someterlos a la crítica
y contribuir así a que otras personas participen en la construcción del
conocimiento mediante la presentación de sus experiencias, dudas e inquietudes
como docente investigador.
De
esta forma, y mediante la función investigativa
las universidades pueden reforzar sus potencialidades, pero se hace urgente que el docente
en su rol de investigador intervenga y
se comprometa de manera reflexiva y critica en el proceso de transformación histórica y social,
dando respuesta a una problemática social de su
entorno, permitiéndole al profesor universitario, en su papel de mediador
entre el estudiante y la ciencia, conducir al conocimiento, a través de un enfoque, que invite a pensar, para
que el discente, con una actitud crítica, sea capaz de transformar la situación actual, estableciendo las
pautas a seguir para la consecución del fin propuesto, haciendo efectiva la
doble comprensión del proceso científico, que no es más que la producción del
saber y su aplicación.
Finalmente,
es urgente incorporar la investigación a la práctica docente, la docencia se
concibe como una práctica que alienta la investigación y esta, a su vez, se
recrea y supera en el quehacer docente. Sin duda, una institución trasciende
cuando incorpora a su proyecto académico actividades de investigación como un
elemento esencial para impulsar la superación del trabajo intelectual. De esta
forma la investigación contribuye para que la docencia se vuelva una actividad
desafiante, cuestionadora y, por ello, realmente trascendental.
Referentes Bibliográficos
Hurtado, J (2000). Retos y alternativas en
la formación de investigadores. Editorial SIPAL. Venezuela. Instituto para la
investigación educativa y el desarrollo pedagógico. (2001). Educación en ética
y valores. Editorial Delfin LTDA. Colombia
Jaspers, K. (1946).La idea de la universidad.
Traducción Agustina Schroeder. En: La
idea de la universidad en Alemania. Buenos Aires: Editorial Sudamericana.
Martin,
Víctor (2001). La ética en la gestión
pública. Ponencia presentada en el VI Congreso Internacional del CLAD. Buenos
Aires Argentina.
Miquilena Piña, L. (2002). Función investigativa del personal académico
de las universidades públicas zulianas. Caracas: Universidad Nacional
Abierta.
Morín, Edgard. (2001) “LOS
Siete Saberes Necesarios para la Educación del Futuro”. Ediciones Paidos. Ibérica. Barcelona.
Naranjos,
S. (1992). Bases Filosóficas, Políticas y Educativas para un Análisis Crítico
de la Educación Superior. Caracas,
Venezuela. Editorial Tropykos.
Posada,
R. (2004). Formación superior basada en competencias, interdisciplinariedad y
trabajo autónomo del estudiante. Revista Iberoamericana de Educación. ISSN
1681-5653).Principal OEI. Extraído el 24 de febrero de 2009 de www.campus-oie.org/revista/deloslectores/
Ruiz
del Castillo, Amparo, Crisis, educación y poder en México. Edit.Plaza y Valdés,
México, 1992.
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