Gladys Molina
Después
de tantos años estudiando la ética,
he llegado a la conclusión de que toda ella
se resume en tres virtudes:
coraje para vivir, generosidad para convivir,
y prudencia para sobrevivir.
(Fernando Savater)
La
educación es el medio a través del cual el individuo puede llegar a evolucionar hacia el progreso que le permitirá
constituirse en un ciudadano ejemplar, por lo que la actividad de conocer no puede quedarse en
el solo proceso intelectual; debe ser un canal interactivo donde el docente
forme parte de una acción que marque los pasos del desarrollo social de todos
los educandos que asistan a la aulas. En
otras palabras, los docentes debemos ser impulsadores de la investigación
educativa para romper paradigmas que nos encasillan únicamente en el uso de
fórmulas, y así convertir el acto educativo en un proceso creador.
El
propósito de este ensayo es concienciar al profesional de la educación sobre la
necesidad de convertirse en un docente investigador, porque la
investigación educativa es la actividad primordial dentro del quehacer
educativo, acompañada –claro está- de una actitud ética, crítica y social,
puesto que este no es simpleacto técnico; sino ante todo el ejercicio de un
acto responsable y ético. (Pardinas, citado por Torre y Navarro, 1990).
La
investigación educativa se centra en lo pedagógico y coadyuva a fortalecer la
calidad de la educación que se imparte, dado que a través de ella se busca
darle respuesta a los problemas existentes; se logran nuevos conocimientos
relacionados con el desarrollo, se
implantan otros modelos educativos; pueden evaluarse cada uno de los
procesos, los programas, los actores y los centros que conforman el sistema
educativo; se indaga sobre el currículum
y los métodos de enseñanza, entre otros.
Como
ejercicio enriquecedor, responsable y creador, la investigación educativa debe
estar signada por un investigador ético y moral. Basándonos en el punto de
vista de la investigación, y tomando en consideración el planteamiento de
Martínez, W. y Mejías, B. (2011), un
acto ético es el que se ejerce responsablemente, evitando el perjuicio a
personas; lo cual a veces se realiza
inconscientemente, por estar vinculado el daño a los métodos que el
investigador utiliza para la consecución de sus fines.
Siguiendo lo esbozado por
los autores antes mencionados, existen cuatro problemas éticos fundamentales:
a) ocultar a los
participantes la naturaleza de la investigación o hacerles participar sin que
lo sepan, b) exponer a los participantes a actos que podrían perjudicarles o
disminuir su propia estimación, c) invadir la intimidad de los participantes
y d) privar a los participantes de los
beneficios.
Lo
antes expuesto nos lleva a establecer la definición de ética; la cual, según el
diccionario de la Real Academia Española, es una rama de la filosofía que trata de
la moral, de las obligaciones del hombre y del conjunto de normas
morales que rigen la conducta humana. Aristóteles fue quien introdujo la denominación de ética
para designar lo concerniente a los principios del bien y del mal.
A su vez, Carrillo y Álvarez (1998) definen la ética como
costumbre, conducta, comportamiento, actuar del hombre; y aducen que el humano
-como ser reflexivo- debe ser capaz de juzgar sus actos, valorarlos,
reorientarlos; y además, puede proponerse metas y fines. Por otra parte, Guédez (2004), citado por
Urdaneta y otros (2009), afirma que la ética procede de las convicciones y de
las decisiones ante los dilemas asociados a lo no previsto, es decir, es el
código de principios morales.
Siguiendo el orden de ideas, los principios son las
normas fundamentales que rigen el pensamiento o la conducta de los integrantes
de un grupo humano. Por otra parte, los valores son la escala ética y moral que
el individuo posee a la hora de actuar. Esta escala está relacionada con la
educación que cada individuo ha recibido desde su infancia. A su vez, los
valores son principios que nos permiten
apreciar y elegir unas cosas en lugar de otras o un comportamiento en lugar de
otro, respectivamente.
Guédez (2004) afirma que los valores reflejan la
congregación de creencias y conductas motivadoras y orientadoras, entre el
creer y el actuar; median los procesos de pensar, sentir, percibir y expresan
la integridad de las personas y organizaciones. Por su parte, Carrillo y
Álvarez (1998), citados por Urdaneta y otros (2009),aseveran que los valores
son conceptos, es decir, elaboraciones mentales para identificar y expresar
cualidades propias de los seres; representan aquello por lo cual el individuo
está dispuesto a pagar un precio y sirven a los hombres para rechazar o aceptar
su conducta.
Al abordar la definición de valores, debemos hablar de la
axiología, la cual es una rama de la filosofía que tiene como objeto la
reflexión de los valores y juicios
valorativos, y puede ser definida como la teoría de los valores.
En lo relacionado con la investigación educativa, lo
ético debe determinarla. Según Smith (2001), citado por Sañudo (2006), la
responsabilidad de los investigadores educativos puede clasificarse en cuatro grupos: a) responsabilidad
hacia la ciencia (hacer investigación
que amplíe el conocimiento o profundice su entendimiento); b) con la educación y a la sociedad (determinar cómo
los resultados son difundidos y usados); c) con los estudiantes en formación
(contribuir a la educación de los aprendices o
asistentes en la investigación),
y d) con los participantes en la investigación.
Asimismo, distingue cinco principios morales que
guían su propuesta ética: respeto por las personas y su autonomía, beneficio y
no su daño; justicia, confianza, fidelidad e integridad científica. En el mismo
orden de ideas, Pardinas, citado por
Torre y Navarro (1990); plantea que en
la investigación debe prevalecer la honradez en el trabajo científico, el amor
a la verdad, la modestia y la ciencia al servicio del hombre.
Aduce,
además, que la honradez es la primera condición que debe estar presente en el
trabajo científico, es decir, el respeto por los datos observados; no
deformándolos nunca con fines apologéticos o demostrativos de la hipótesis que
estamos interesados en comprobar. El amor a la verdad se manifiesta en la
búsqueda incansable y apasionada de lo que es comprobable. La modestia estima los trabajos de sus colegas o
de estos investigadores, respetándolos profundamente, sin ignorarlos jamás
deliberadamente, reconociendo de buena gana las deudas científicas que tengamos
con otros investigadores. La ciencia al servicio del hombre significa que esta
debe estar al servicio de la comunidad humana.
La ética es un
tema que cada día cobra más auge en la investigación educativa, por cuanto existe
un código ético que se debe respetar para no caer en el plagio intelectual. Para
lograr que la investigación esté imbricada con los principios éticos, es
necesario que todos los involucrados participen de forma efectiva en el
establecimiento de los valores y el fortalecimiento de la conducta ética.
El
adelanto de los conocimientos a través de la investigación constituye una de
las principales funciones de la educación, por tal motivo las instituciones
educativas deben promoverla e impulsarla, sobre la base de los principios
éticos. A este respecto, Gómez-Heras (2002), parafraseado por Sañudo (2006),
afirma que el investigador-en cuanto agente moral- asume la cognición racional,
decisión libre, autonomía normativa y autodeterminación de su trabajo, en otras
palabras, construye un mundo moral responsable conociendo, deliberando,
eligiendo y decidiendo en la práctica el curso de las acciones de indagación.
En
ese sentido, el investigador debe tener presente los principios morales,
fundamentados en estos tres componentes: los valores éticos, los principios
éticos y las normas éticas. Dentro de lo cual, los primeros son vistos como cualidad
humana aceptada y apreciada como algo “objetivo”, que debe ser respetado; los
segundos, manera de ser y actuar conforme a las exigencias de ciertos valores y,
finalmente; los terceros, los cuales
están considerados dentro de un juicio
práctico acerca del comportamiento necesario o conveniente para asegurar el
respeto de determinados principios.
Definitivamente,
la investigación en el ámbito educativo constituye un elemento de primordial
importancia, por lo que debe convertirse en el gran espacio generador de
conocimientos, sin límites para promover un nuevo pensamiento educativo
conductor del aprendizaje permanente. El investigador debe estar consciente de
la gran responsabilidad ética que su práctica conlleva, al abordar los
problemas que va a investigar.
Tomando
como premisas las ideas de Olivé (2003), podemos aseverar que los
investigadores tienen el deber de conceptualizar la realidad sobre la cual
desean intervenir para modificarla y mejorarla. Deben tomar decisiones y
promover la realización de ciertos estados de cosas en función de
sus representaciones, intereses, valoraciones, deseos y preferencias. También deben
ser capaces de hacer seguimientos a sus
acciones, corregir sus decisiones y sus cursos de acción a través de la
investigación.
La
formación de la ética y los valores en
los docentes interesados en la investigación debe ser fundamental para la promoción de un nuevo pensamiento social
que conduzca a la transformación, oriente la generación del conocimiento y
actúe en beneficio de la sociedad.
REFERENCIAS
BIBLIOGRÁFICAS:
CARRILLO, A. y ÁLVAEZ, P. (1998). Los valores, El reto de hoy. Editorial Magisterio.
Bogotá.
DE LA TORRE, E. y NAVARRO, R. (1990). Metodología de la investigaciónbibliográfica, archivista y documental.
México: Mc Graw –Hill.
GUÉDEZ, V. (2004). La Ética Gerencial. Editorial Planeta.
Caracas.
MARTÍNEZ, W. y MEJÍAS, B. (2011). ¿Por qué la investigación debe ser un
actoético.Universidad Nacional Experimental “Simón Rodríguez”.
OLIVÉ, LEÓN, (2003) Ética aplicada a las ciencias
naturales y a la tecnología en Ibarra y Olivé (Eds.)
SAÑUDO, L. (2006).Ética de la investigación Educativa. I Congreso Latinoamericano de
Ciencia, Tecnología, Sociedad e Innovación CTS+I.
URDANETA, M., SÁNCHEZ, S. y YORI, L.
(2009). Ética y valores: un imperativo
en la Educación Superior Latinoamericana. Innovación yGerencia. Revista
científica arbitrada. Vol.II. Nro.2., octubre 2009. UJGH, issn 1856-8807
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