TÚA COLINA, Marcial
BOLAÑO, Jim
RESUMEN
José Ortega y
Gasset, filósofo madrileño, que denomina a su filosofía como Metafísica de la
Razón Vital. Su punto de partida es que el hombre ha de entenderse con la vida.
La realidad única que se descubre en la vida es la expresión acuñada por
Ortega: "Yo soy yo y mi
circunstancia", resumen antropológico de la existencia del hombre
dentro del mundo.
El matiz de este
tema es moralmente antropológico, ya que pretende explicar las actividades que
libremente el hombre realiza a diario teniendo en cuenta la circunstancia en la
cual se halla inmerso. La Investigación Educativa busca actuar sobre la
realidad y transformarla en un campo de vital.
Palabras Claves:
Libertad, Vida, Circunstancias, Razón, Yo, Investigación Educativa.
ABSTRACT
FREEDOM
AS ETHICAL DIMENSION
EDUCATIONAL
RESEARCH THAT MAKES
José Ortega y Gasset, philosopher from Madrid that denominates to their
philosophy like Metaphysics of the Vital Reason. Their starting point is that
the man must understand each other with the life. The unique reality that is
discovered in the life is the expression coined by Ortega: “I am I and my circumstance”, they summarize anthropological of the
man's existence inside the world.
The shade of this topic is morally anthropological, since he seeks to
explain the activities that freely the man carries out to newspaper keeping in
mind the circumstance in which is inmerso.
Passwords: Freedom, Life, Circumstances, Reason, Me, Educational
Research.
OBJETIVO
GENERAL
Analizar las
Dimensiones Vitales donde se manifiesta la Libertad.
OBJETIVOS
ESPECIFICOS
Interpretar la relación existente entre la
Libertad y la circunstancia.
Esclarecer el vínculo entre la Libertad y la
vocación.
Demostrar la correlación presente entre la
Libertad y fatalidad.
Señalar la coherencia entre la Libertad y
quehacer.
ÍNDICE GENERAL.
1.- Libertad y
circunstancia.
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2.- Libertad y
vocación
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3.- Libertad y
fatalidad
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4.- Libertad y
quehacer
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CONCLUSIÓN
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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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INTRODUCCIÓN
El
hombre y la mujer al detenerse a pensar por un momento sobre aquello que
realiza durante el día - ir al trabajo, comprar lo necesario para el almuerzo,
ver televisión, o simplemente recostarse un rato a descansar del trabajo
realizado -, encierran en sí todo un significado ontológico, en cuanto que
tienen que ver con todo su ser personal, pues lo ha experimentado como
individuo. El hombre al nacer llega a un mundo donde se tiene que insertar en
todas aquellas normas y estructuras que lo componen, es decir, dentro de los
patrones políticos, ideológicos, culturales, religioso, entre otros. Éstos lo
limitan en su manera de comportarse y en sus actividades, que por comunes y
cotidianas, no le parecen adversos a su comportamiento. Al contrario, las cosas
con las que tiene contacto a diario, corren el peligro de perder su valor e
importancia.
A pesar
de esto, no se encuentra estático, siempre está inquieto y dinámico, en un
continuo hacer con las cosas, que consigue listas para ser utilizadas por él,
trasformando así los patrones que ha recibido, y satisfacer sus necesidades
personales y sociales. El hombre es capaz de elegir, querer o pensar lo que
desee, no como un recurso que puede usar caprichosamente, sino como factor
determinante para su actuación en la historia y en la sociedad. De esta forma,
entramos en el ámbito de la Libertad, experiencia personal y social con la que
nos hemos topado, y nos toparemos durante toda la vida. A través de los
tiempos, el hombre ha observado un hecho relevante en su vida: puede optar por
diversas actitudes frente al mundo y las personas que lo rodean; esto mueve a
su intelecto a preguntarse ¿Por qué soy capaz de elegir y decidir en cada
momento de mi vida?; buscando la razón y origen de ello.
José Ortega
y Gasset, padre del Raciovitalismo o lo que el mismo denomina Metafísica de la Razón Vital, dice que
lo radicalmente fundante de la existencia humana es la vida, observando que
ella es una realidad, compuesta de dos elementos, a saber: la subjetividad de
cada persona y la realidad circundante, es decir el mundo. La realidad no sólo
esta formada por nuestra persona, sino que de ella forma parte nuestro ser,
pues la vida -según Oretga- consiste en que la persona se ocupa de las cosas o
con ella y, evidentemente, lo que la vida sea depende tanto de lo que sea la
persona como de lo que sea su mundo. Y esta vida se encuentra siempre inmersa
dentro del entorno -circum-, formado por las demás cosas y personas; y dentro
de esas circunstancias se presenta que, si no nos es dado escoger el mundo en
que va a deslizarse la vida -dimensión de fatalidad que expondremos más
adelante-, si nos encontramos en cierto margen, como un horizonte vital de
posibilidades donde podemos elegir lo que queremos ser -dimensiones donde se
manifiesta la Libertad. Por tanto, la vida se presenta como la libertad en la
fatalidad y la fatalidad en la libertad.
Dentro
de este horizonte vital aparecen varias opciones posibles de las cuales sólo se
puede elegir una de ellas para ser incesantemente, es decir, que el hombre para
ser, esto es, para seguir siendo tiene que estar siempre haciendo algo, pero
eso que ha de hacer, no le es impuesto, sino que ha de elegirlo y elegirlo él,
intransferiblemente, bajo su exclusiva responsabilidad. Es así como Ortega
plantea que es cada quien el responsable de su hacerse, siempre partiendo de
sí, pues, es la vida de cada cual y de nadie más; éste o aquél son quienes
eligen y deciden. Por eso, en la filosofía orteguiana se plantea que lo que es
dado cuando es dada la vida no es sino quehacerse. La vida, dice Ortega, da
mucho quehacer. Y lo más grave es conseguir que el hacer elegido en cada caso
sea no uno cualquiera, sino el que hay que hacer sea nuestro auténtico
quehacer. El hombre, por tanto, está forzado por las circunstancias a ser
"libre", quiéralo o no, para su realización.
Ideas Básicas.
José
Ortega y Gasset, es un filósofo español, elaboró un cúmulo de ideas que él
mismo denominó Metafísica de la Razón
Vital. De los estudios realizados en Alemania, Ortega toma las líneas
fundamentales para iniciar su actividad filosófica. Pero por su capacidad
intelectual, pronto se aparta de éstas para dar su propio punto de vista.
Esta
filosofía la podemos dividir en dos períodos, a saber: El Perspectivismo, que
abarca desde 1.910 hasta 1.923 y el Raciovitalismo que abarca desde 1.923 hasta
1.955, es decir, hasta su muerte. Ortega y Gasset, en su filosofía, acepta del
idealismo que el yo no puede saber de
las cosas sino en tanto en cuanto está presente en ellas, sin hacer al yo el único centro de la realidad y del
realismo, el hecho de que el yo no se
encuentra nunca solo, sino siempre con las cosas, de manera que no es un trozo
escueto de la realidad. Entonces, " mi vida es ante todo un hallarme yo en
el mundo". (ORTEGA Y GASSET. 1983B:171.)
Al
publicar el libro Meditaciones del
Quijote, hace su planteamiento en la tesis - que irá madurando
progresivamente - que dice: yo soy yo y
mi circunstancia (ORTEGA Y GASSET. 1976:30.); expresando así que no es el yo sin las cosas, y las cosas sin el
yo; son el yo y las cosas; no es
que sean dos sumandos que formen una unidad, sino que el yo necesita de las cosas para ser
y las cosas necesitan del yo para ser ellas. Por tanto, el hacer con las
cosas es lo que se llama vida, y todo hacer tiene que realizarse en la vida,
tiene que contar con ella para poder ser. En este sentido la vida cobra
supremacía en relación con las demás cosas que hace el hombre, porque las cosas
dentro de la vida se convierten en la realidad radical donde todas las demás
realidades del hombre son posible:
"La
vida humana es una realidad extraña de la cual lo primero que conviene decir es
que es la realidad radical, en el sentido de que a ella tenemos que referir
todas las demás realidades, efectivas o presuntas, tienen de uno u otro modo
que aparecer en ella". (ORTEGA Y GASSET. 1971:9.)
El
Perspectivismo orteguiano propone que la sustancia última del mundo es una perspectiva,
en cuanto a que llega a multiplicarse en varias caras o haces, dependiendo del
punto de vista muy particular de cada uno: de esta forma cada individuo, cada
generación, cada época posee un cúmulo de verdades con el que obtendríamos la
verdad absoluta, al contraponer cada una de las visiones parciales del todo.
Hay una serie de perspectivas que sólo pueden descubrirse en las personas, en
el devenir histórico como actividad del hombre, dándole un sentido histórico al
perspectivismo.
Ortega
pasa del perspectivismo a la filosofía Raciovitalista - después de haber leído
a M. Heidegger1 -, madurando la tesis de
1.914: Yo soy yo y mi circunstancia. Como
ya se había dicho la vida es la realidad radical: es una realidad en tanto que la
vida es un encontrarse a sí mismo en el mundo, ocuparse en y con el mundo:
vivir es encontrarse de repente en un
ahora, como arrojado en el mundo, es la sorpresa de existir; y es radical
en cuanto que en ella se arraigan todas las demás realidades (ORTEGA Y GASSET.
1971:9.)
Es así como Ortega
pretende dar una nueva visión al concepto de vida, rompiendo con los
tradicionalistas esquemas recogidos del pasado; sabe de antemano que dicha
tarea es difícil, pero aún así lanza su propuesta. Busca, no sólo romper, sino
superar especialmente el esquema que el idealismo reinante sostiene.
"Intentar la
superación del individualismo es todo lo contrario a una frivolidad -es aceptar
el problema de nuestro tiempo, es aceptar nuestro destino. Vamos, pues, a la
faena de luchar con nuestro problema (...), el berrendo Minotauro que nos
suelta nuestro tiempo". (ORTEGA Y GASSET. 1983B:157).
Como ya
se ha visto, la vida es la realidad del existir de cada cual, por ende
individual: cada quien comprende la realidad desde el horizonte de la vida
(Cfr. SALAZAR. 1985:346). Esto se hace al convivir con las
cosas - mundo de posibilidades y limitaciones -, hallándose de esta forma
inmerso en la circunstancia:
"Por ello el
conjunto de la realidad, de las circunstancias, sólo puede ser mirado desde el
horizonte que cada cual se labra y el puesto que ocupa en el universo (...), es
decir, el sentido de la realidad que el yo comprende desde su vida"
(SALAZAR. 1985:347).
El
pensador madrileño afirma que “Vida es lo que hacemos y lo que nos pasa”
(ORTEGA Y GASSET. 1983B:184). En tanto que - “lo que hacemos” - cada uno es los
protagonistas principales de todo lo que realizamos en la vida; en cuanto que -
“lo que nos pasa” - cada uno es sujetos pacientes de las circunstancias en las
que se esta inmersos. Lo pasivo y lo activo, estas dos realidades se mezclan y
combinan recíprocamente a cada instante en el individuo.
Para un
investigador es importante saber cuál es la realidad en la cual se encuentra imbuido
el hecho educativo que se quiere estudiar, mejorar o modificar. Atendiendo a
las siguientes categorías que se irán analizando secuencialmente a
continuación.
Libertad
y circunstancia.
El Mundo.
El
hombre se halla a sí mismo viviendo dentro de un mundo que compone todo aquello
que lo rodea. Esto sucede cuando se ocupa de las cosas que hay en el mundo.
Pero este mundo no lo ha elegido él, se le ha dado e impuesto. Es lo que llama
Ortega circunstancia, a la cual se
encuentra ligado el individuo. Sabemos que el hombre y la circunstancia -yo y
mundo-, no son dos sumandos que formen una unidad, sino que son una realidad
integral. En efecto, la circunstancia va a determinar los actos humanos, ya que
"para que haya decisión tiene que
haber a la vez limitación y holgura, determinación relativa". (ORTEGA
Y GASSET. 1983B:205). Y es esta decisión la que hace que el hombre actúe y se
comporte como tal, dentro del ámbito humano en el que se haya inmerso. Esta
determinación relativa influye de tal manera que:
"El mundo en
que al vivir nos encontramos se compone de cosas agradables y desagradables,
atroces y benévolas, favores y peligros: lo importante no es que las cosas sean
o no cuerpos, sino que nos afectan, nos interesan, nos acarician, nos amenazan
y nos atormentan". (ORTEGA Y GASSET. 1983B:186).
Y este
mundo que nos afecta también influye de manera radical en nuestra decisiones,
pues se puede o no aceptar la vida, pero si se vive no se puede elegir el mundo
en que se vive. (ORTEGA Y GASSET. 1983B:186). Se había dicho que nos
encontramos en un horizonte de posibilidades para realizarnos, y es desde allí
donde el hombre se siente como forzado a escoger lo que le es más conveniente;
de esta forma, la circunstancia como elemento constitutivo de la realidad del
Yo interviene de una manera radical en la libertad del hombre, ya que su ser en la circunstancia acontece en el
entorno sensible y, que de alguna u otra manera, lo determina. (ORTEGA Y
GASSET. 1983B:43; 1972:43).
"La
circunstancia -las posibilidades- es lo que de nuestra vida nos es dado e
impuesto. Ello constituye lo que llamamos mundo. La vida no elige su mundo,
sino que vivir es encontrarse, desde luego, en un mundo determinado e
incanjeable: en este ahora" (ORTEGA Y GASSET. 1983A:66).
De esta
manera la vida se presenta, ante todo, como lo que podemos ser, vida posible,
en cuanto que tenemos que decidir entre las posibilidades lo que en realidad
queremos ser (Cfr. ORTEGA Y GASSET. 1972:43. 1983A:66). Ortega nos dice que la
circunstancia y la decisión son elementos radicales de que se compone nuestra
vida. En cuanto a la circunstancia, hace un análisis de la misma, donde expone
cómo la concibe y nos presenta su estructura (ORTEGA Y GASSET. 1983A: capitulo
III: Estructura de "nuestro"
mundo), que nos ubica exactamente donde entra a operar nuestra libertad. El
mundo, según Ortega, se rige por cuatro leyes
estructurales - Las Leyes aquí nombradas están contenidas en los capitulos
III y IV de la obra "El hombre y la Gente" del mismo autor -, a
saber:
1. El
mundo vital se compone de pocas cosas en el momento presente e innumerables en
el momento latente, ocultas, que no están a la vista pero sabemos que podríamos
tenerlas presentes.
2. No
nos es presente nunca una cosa sola, sino, que por el contrario, siempre vemos
una cosa destacando sobre otras a que no prestamos atención y que forman el
fondo, sobre el cual lo que vemos se destaca.
3. Nuestro
mundo es un mundo de cuerpos, el tacto nos revela las tres dimensiones de los
demás cuerpos, en vez de las dos percibidas por el sentido de la vista.
4. Nuestro
mundo, el de cada cual, no es un totum
revolutum – todo revuelto -, sino que está organizado en campos pragmáticos.
De las
primeras leyes podríamos decir que actúan dentro de un "campo de
importancia": es un mundo de cosas referidas a nuestros fines; en efecto,
nuestros fines los jerarquizamos en un orden de importancia. El mundo con todas
sus cosas dentro, tiene que serme desde
el punto donde me encuentro ubicado, desde aquí.
Esto refleja automáticamente que el mundo se convierte en una perspectiva, ya que las cosas se
orientaran lejos o cerca de aquí, a
la derecha o a la izquierda de aquí,
arriba o abajo de aquí; la ubicación
de todos los objetos va a depender del punto donde se ubica cada quien, pues su
yo y su aquí son inseparables. Y es desde aquí donde le damos importancia a
esto o a lo otro, jerarquizando todo lo que hay en nuestro alrededor, en
nuestro mundo. Se puede deducir que, por este orden de importancia, el mundo no
es un totum revolutum, sino que está
organizado en campo de trabajo o campos pragmáticos. Así, la libertad de cada
quien comienza a funcionar desde el mismo instante en que elegimos qué cosa
tiene mayor importancia para el desarrollo de nuestra existencia, pues, de
acuerdo con la ocupación de ciertas cosas, disponemos de un orden necesario
para operar en el mundo.
En la Investigación
Educativa el reconocimiento de la propia realidad brinda un horizonte complejo,
un campo pragmático donde se desarrolla el hecho educativo de donde el
investigador crea acciones sistemáticas y deliberadas que llevan a la
formación, diseño y producción de nuevos valores, teorías y sistemas.
La Sociedad.
Cada
sociedad es heredera de un patrimonio normativo-conductual -comportamientos de
tipo intelectual, sentimental y físico-, en el que se inserta el individuo.
Éste recibe una serie de datos que le serán útiles para su futuro desarrollo y
desenvolvimiento. Además, al relacionarse con las cosas y personas, se habitúa
de tal manera a las normas (ética) percibidas en éstas, que efectúa mecánica e
inconscientemente sus actos. Es lo que llama Ortega usos:
"El uso sería,
pues, un hábito social. El hábito es aquella conducta que, por ser ejecutada
con frecuencia, se automatiza en el individuo y se produce mecánicamente (...).
La frecuencia de un comportamiento en este individuo, en aquél y en el de más
allá sería, pues, la sustancia del uso; por tanto, se trataría de una realidad
individual y sólo la simple coincidencia, más o menos fortuita, en ese
comportamiento frecuente de muchos individuos le dará el carácter de hecho
social" (ORTEGA Y GASSET. 1972:159-160).
De
manera que, el uso cuando toma fuerza, se impone a todos los individuos de la
sociedad, que lo tienen que aceptar quiéranlo o no "El carácter del uso
consiste en ser una norma de comportamiento intelectual, sentimental y físico,
que se impone a todos los individuos, quieran éstos o no" ORTEGA Y GASSET.
1947:297). Tal imposición tenderá a revertirse en forma de violencia o sanción,
sobre las personas que intenten ignorar o rechazar al uso: "El uso, pues,
se me aparece como la amenaza presente a mi espíritu de una eventual violencia,
coacción o sanción que los demás van a ejecutar contra mí" (ORTEGA Y
GASSET. 1972:162).
Los usos sociales influyen tanto en la
persona que, al no hacerlo consciente y comportarse de tal manera que sea él
mismo, corre el peligro de quedarse en la superficialidad del uso. La persona
se presenta como el se hace o se dice del Hombre Masa -existencia de
todos y de ninguno-, dentro del ámbito intelectual, sentimental o físico. Un
ejemplo de ello es la moda: un joven adopta un estilo para vestirse, porque se lleva así; o adquiere un modo de
hablar porque así se habla en estos
momentos. Es así como la libertad de la persona tiende a formar un ser
inauténtico, es decir, que no es consecuente con su particular vocación o
destino. Pero a través de ellos también podríamos llegar a realizarnos integralmente.
Al hablar de los usos sociales se pretende hacer notar la circunstancia social
de la persona y su influencia en ella. Lo que no queremos es emitir un juicio
sobre si los usos son buenos o malos.
Por lo
tanto, la Investigación Educativa se vale de los usos sociales para impactar en
los ámbitos intelectual, sentimental o físico del individuo.
Libertad: Terminus a quo y Terminus ad quem
El
análisis de la influencia del mundo y de la sociedad sobre la persona, nos
ayudará a comprender mejor la expresión
"la libertad es un movimiento con su terminus a quo y su terminus ad
quem" (ORTEGA Y GASSET. 1947:424), ya que la libertad consistirá en
elegir lo que se quiere ser, aun dentro de los límites impuestos por la
circunstancia. Tanto el mundo -en cuanto a campo pragmático donde se desarrolla
el individuo- como los usos - en cuanto a campo social donde se desenvuelve el
individuo-, es lo que el pensador madrileño denomina terminus a quo: lo demás,
lo que no es sí mismo (ORTEGA Y
GASSET. 1947:424). El individuo se va formando a sí mismo en la relación con
las cosas y personas, en un movimiento de fuera hacia dentro, pero manifiesta
su ser de dentro hacia fuera.
Este ser sí mismo, el terminus ad quem, asimila toda la información que viene de fuera,
manifestando su ser de una manera muy particular. En otras palabras, tenemos en
común un mismo patrimonio topográfico y social que nos influye; pero el desenvolvimiento
de cada cual posee unas características tan
particulares, que única y exclusivamente nos identifican a cada uno de
nosotros (véase Libertad y Vocación). Por eso el hombre, al penetrar en su
interior, busca de alguna manera la realidad fúndante que es su propio yo, su vida. Y la va buscando hasta el
fondo de su ser, "porque el mí mismo
consistirá en lo que yo sea en el fondo" (ORTEGA Y GASSET. 1947:425). Aquí
lo problemático es precisamente el fondo, nuestro
fondo, pues la intimidad tiene sus paredes bastante definidas.
Ahora
bien, ¿cómo logra el hombre entrar dentro de sí? ¿A través de qué llega a su
fondo? El hombre logra entrar dentro de sí a través de la maravillosa facultad
que tiene de liberarse transitoriamente de ser esclavizado por las cosas: "El
poder que el hombre tiene de retirarse virtualmente y provisionalmente del
mundo, y meterse dentro de sí, o dicho con un espléndido vocabulario, que sólo
existe en nuestro idioma: que el hombre puede ensimismarse". (ORTEGA Y GASSET. 1972:22. El subrayado es
nuestro).
Esta
facultad del hombre le ayuda a elaborar un plan de acción sobre la
circunstancia; pues a pesar de ser constitutivamente un ser que se ocupa de su
contorno, puede de cuando en cuando desentenderse de las cosas que lo rodean y
entrar dentro de sí. Es así como al reflexionar sobre nuestro fondo, podemos conseguir el yo de cada
cual, y esta búsqueda Ortega nos la explica de manera metafórica: "Y
empiezo a levantar los suelos de mi intimidad, como un arqueólogo que busca
bajo la gracia del paisaje visible la Troya auténtica, la Troya de Príamo y
Eneas" (ORTEGA Y GASSET. 1947:425). El paisaje
visible percibido por los demás y por nosotros mismos, es lo que somos
hasta este momento. Ahora bien, obviando este paisaje superficial, lo que
pretendemos es hallar nuestro fondo, nuestro yo. Esta realidad no se puede
ignorar: hemos de conseguir el yo mismo,
no un yo cualquiera, sino el yo necesario e irrevocable, pues:
"Las capas
geológicas de mi fondo se suceden unas bajo otras, con su fauna suave o atroz.
Yo no soy últimamente éste, ni éste de más abajo. Son falsos yos que me han
colonizado, que han venido de fuera: ideas recibidas, preferencias que el
contorno me ha impuesto, sentimientos de contagio, personalidades mías que en
todo momento puedo revocar, sustituir, modificar" (ORTEGA Y GASSET.
1947:425).
En esta
expedición hacia nuestra intimidad, nos remitimos a los usos. Los falsos yos son,
analógicamente hablando, los usos,
que cada individuo moldea o sustituye. Esta operación vital tan personal, es la
expresión de un dentro que se hace fuera, pues el yo se halla en una dinámica
constante, en un continuo hacerse, conformando así el fluido vital de su
existencia.
Es aquí
donde la vida se manifiesta como tal, en el hacer del yo con las cosas, de
dentro hacia fuera: "La vida es
precisamente un inexorable ¡afuera!, un incesante salir de sí al Universo (...)
es él (el hombre) un dentro que tiene que convertirse en un fuera"
(ORTEGA Y GASSET. 1947:426).
Este es
el punto de partida y de inicio del investigador, la misma persona que ejercer
el libre desarrollo de su personalidad, que desea apropiarse de su entorno en
los campos pragmáticos que le ofrece el mundo. El ser humano logra realizar
este apropiarse entrando en sí mismo procesando los datos que la realidad le
proporciona – investigación – y luego de haber sacado sus propias conclusiones,
proyecta sus ideas en mundo.
Libertad
y Vocación.
El
hombre para ser, es decir, para seguir siendo tiene que estar siempre haciendo
algo, relacionarse con las cosas del mundo y con las personas. Este hacer es la
expresión de su ser, del ser de cada cual, de lo que se lleva por dentro. Y
¿qué es el comportamiento, sino un hacer yo con las cosas y personas? Por
tanto, la vida es constitutivamente acción y quehacer (Cf. ORTEGA Y GASSET.
1947:426), en cuanto que ha de estar haciendo algo para ser. Ortega apoyándose
en esto, dirá que el yo no es una cosa espiritual frente a las cosas
corporales, ni siquiera es la psique; sino un programa de quehaceres, una norma
y un perfil de conductas (Cf. ORTEGA Y GASSET. 1947:426).
La
norma que me prescribo, por muy limitado que sea, no queda aislada de las
demás, sino que hago que armonice con la circunstancia, realizados así el
propio destino o vocación, trascendiendo la circunstancia. De esta forma,
Ortega presenta nuestro ser auténtico como la promesa de la máxima
voluptuosidad (Cf. ORTEGA Y GASSET. 1947:426), ya que el hombre será feliz
cuando haya conseguido realizar su destino, su vocación: cuando el hombre siga
la pendiente de su propia inclinación, de la esencial necesidad, cuando está
siendo lo que en verdad es (ORTEGA Y GASSET. 1983B:12). Por eso, "la norma
surge de la acción. En el choque enérgico con el fuera brota clara voz del
dentro como programa de conducta. Un programa que se realiza es un dentro que
se hace fuera" (ORTEGA Y GASSET. 1947:426).
Este
programa hace que haya armonía entre todos los elementos que constituyen a la
persona -yo soy yo y mi circunstancia-; cuya realización se alcanza al elegir
entre un horizonte de posibilidades, lo que en verdad queremos ser. Por tanto,
el hombre es aquel que tiene que llegar a ser -como ya hemos dicho-, pues su
ser no es dado hecho, sino que tiene que hacérselo. El hombre medio conoce este
"ser", ya que descubrirlo
es su objetivo vital. Para descubrirlo tiene que ensimismarse y, a través de la
fantasía, elaborar varios proyectos de los cuales uno solo se adecúa a lo que
es en verdad. El hombre actualmente no inventa los medios posibles para
descubrir su vocación; él observa los modelos que ya están, haciendo muy
personal aquel con el cual se ha identificado: Él no tiene vocación a ser
médico simplemente, sino a serlo de aquella insustituible manera que es la suya
(GAETE. 1984:129)
La voz
de la vocación, guiada por el criterio de la felicidad, es quien lo reconoce y
discierne para que acierte en lo que somos en verdad. La vocación se presenta
como el destino inexorable de cada hombre, por ser la porción asignada a cada
uno, lo que se recibe en suerte y que tenemos que hallar. En consecuencia la
vocación es limitada, revelada por la vida, en cuanto que todo el horizonte de
posibilidades existe; sólo una porción de éste le corresponde a cada uno, es
más se ocupa de algo sin conseguirlo plenamente, porque el hombre se tiene que
estar haciendo siempre. Es así como la actividad vital del hombre toma una
característica particular, dentro de las diferentes épocas y lugares que Ortega
estudia -la historicidad para Ortega juega un papel importante para la vida del
hombre, sería tema de un estudio aparte-, enriqueciendo la concepción de
libertad que posee:
"La libertad es
el cariz que la vida entera del hombre toma cuando sus diversos componentes
llegan a un punto en su desarrollo que produce entre ellos una determinada
ecuación dinámica (...) Es una etapa luminosa entre la mañana y la declinación
vespertina, la petrificación y necrosis de la senescencia" (ORTEGA Y
GASSET. 1981:97).
La
libertad se presenta como la madurez de las decisiones tomadas en la
circunstancia dada, como el escoger elegantemente, pero de manera forzada,
aquella posibilidad, posibles haceres -terminus a quo-, que nos ofrece un
horizonte vital. Esta posibilidad al ser asumida por nosotros, la manifestamos
en forma de quehacer del yo con las cosas, de un dentro que se hace fuera
-terminus ad quem-; donde entra en proceso la elección y discriminación de
proposiciones, cuya combinación entre circunstancia, libertad y vocación da como
resultado un comportamiento peculiarmente activo del individuo.
Libertad
y Fatalidad.
La
fatalidad constituye un elemento de la vida, consecuencia de la circunstancia,
en cuanto que el mundo en el cual estamos, no lo escogemos nosotros, sino que
se nos da e impone. La fatalidad se encuentra estrechamente ligada a libertad,
como el mismo Ortega lo dice; no tiene sentido hablar de libertad sino junto a
la fatalidad. Una definición muy concreta que da Ortega de fatalidad es la que
hallamos en ¿Qué es Filosofía?; nos
dice:
“Vida es, a la vez,
fatalidad y libertad, es ser libre dentro de una fatalidad dada. Esta fatalidad
nos ofrece un repertorio de posibilidades deter-minado, inexorable, es decir,
nos ofrece diferentes destinos. Nosotros aceptamos la fatalidad y en ella nos
decidimos por un destino. La Vida es, a la par, fatali-dad y libertad, es
posibilidad limitada pero posibilidad, por tanto, abierta” (ORTEGA Y GASSET.
1983B:206).
¿En qué
momento nos es dada la fatalidad? En el momento que entramos a este mundo.
Desde ese mismo instante poseemos nuestro destino -entendiéndolo como la
posibilidad de "ser", oculta en el horizonte vital que se nos
presenta delante-; que, al aceptarlo, nos lanza en búsqueda de nuestra
realización. La fatalidad brota de la circunstancia, pues limita nuestras
posibilidades, pero deja un margen abierto hacia dicho destino.
Libertad
y Quehacer.
Otra
consecuencia de nuestra circunstancia es el
Quehacer: al hombre le es dada la forzosidad de tener que estar haciendo siempre algo, sin
embargo, no le es presente lo que tiene que hacer.
El hombre al encontrarse en el mundo y ver las posibilidades que se le
presentan dentro de sus circunstancias, escoge aquella que tiene que hacer y
evitar el hacer cualquier cosa; la circunstancia proporciona al hombre todo un
horizonte de posibilidades, de posibles haceres con los cuales él se ocupa del
mundo. (Cfr. ORTEGA Y GASSET. 1971:71. 1972:44). Ortega y Gasset repetía esto
de variadas maneras, para puntualizar que el ser se manifiesta en el hacer,
porque:
“Para ser, esto es,
para seguir siendo tiene (el hombre) que estar siempre haciendo algo, pero eso que ha
de hacer no le es impuesto ni prefijado, sino que ha de elegirlo él, intrasferiblemente, por sí y ante sí, bajo su
exclusiva responsabilidad. Nadie puede sustituirle en este decidir lo que va a hacer” (ORTEGA Y GASSET. 1971:71).
La
fatalidad interviene dentro de nuestro hacer, y deja su margen de posibles
haceres, que se puede elegir libremente; expresando así nuestra peculiar forma
de ser. ¿Cómo se descubre el destino? El pensador madrileño nos repite que la
vida es, a la par, fatalidad y libertad; y esta dimensión se vive en perfecta
proyección hacia el futuro, en tanto que siempre se está decidiendo lo que se
va a ser en el futuro y, para realizarlo, se tiene que contar con el pasado y
servirnos del presente operando sobre la actualidad; y todo ello dentro del
ahora, porque "ese futuro no es uno
cualquiera, sino el «ahora» posible, y ese pasado es el pasado hasta
ahora" (Cfr. ORTEGA Y GASSET. 1983B:210). De esta forma, el hombre
actúa libremente, al interpretar y así dar sentido a su vida, eligiendo su
destino que conforma la única realidad efectiva y concreta; es decir, un
proyecto vital sobre las cosas que lo rodean como posibilidad (Cfr. VELEZ.
1965:282-283).
Ya
sabemos que este proyecto vital lo logra al ensimismarse. Esta intimidad revela
que su sí mismo está constituido
principalmente por ideas. Teniendo en cuenta que el quehacer es el hacer del
hombre con las cosas, esto implica que para poder hacer tiene que razonar,
pensar en lo que va hacer, y así hacer lo que tiene que hacer. El mundo queda
humanizado, ya que el hombre lo inyecta, lo impregna de propia sustancia ideal.
En efecto, la circunstancia dada puede ser dominada por el ser humano al
poderse ensimismar para poder trabajar con las cosas:
"Con su
esfuerzo, con su trabajo y sus ideas ha logrado reobrar sobre las cosas,
transformándolas y crear en su derredor un margen de seguridad siempre
limitado, pero siempre o casi siempre en aumento. Esta creación específica
humana es la técnica" (ORTEGA Y GASSET. 1972:24).
Esta
técnica, ¿qué beneficios ha traído al hombre? Ella ha sido el instrumento a
través del cual el hombre ha ido creando los estilos de vida que puede
encontrar en la sociedad: está el especialista en medicina, el ingeniero, el
físico, el político, etc; todos estos estilos de vida han surgido de la
transformación del mundo y creación en él, para una mayor seguridad y un mayor
bienestar de su vida personal y social. Y es a partir de estos estilos de vida
que el hombre va a realizar su ser tan particular, su vocación. Esta es la
relación existente entre quehacer-técnica con la vocación específica de cada
cual.
CONCLUSIÓN
Se pudo
dar a conocer la vida y obra de José Ortega y Gasset, cuando se realizó la
selección delos datos biográficos como fundamento vital de su doctrina. Además se recopiló
información sobre los lineamientos generales que enmarcan el planteamiento
filosófico de Ortega y Gasset. En el análisis textual de las obras del pensador
madrileño, dentro la circunstancia destacan el mundo y la sociedad donde el
hombre es arrojado, que le sirven de punto de partida - terminus a quo - para
desarrollar el proyecto de su vida - terminus ad quem -.
El hombre tiene eligir entre
un horizonte de vidas posibles que, en el ir escogiendo, resulta a la final el
proyecto de vida al cual fue elegido, teniendo como indicador la felicidad que
le produce el ir encontrando este proyecto. De esta forma, se estableció el
vínculo entre la Libertad y la vocación. Aun que el mundo y la sociedad no se
haya elegido, se puede ir escogiendo lo que se quiere ser, comprobando que el
hombre no vive en una existencia vacía sino que es capaz de irla llenando por
las posibilidades que se le presentan. Se demuestra así la correlación entre la
Libertad y la Fatalidad.
Puesto que el hombre al
estar haciendo siempre, debe escoger aquel quehacer que le ayude a cumplir con
su vacación y ayudándole a enfrentar la fatalidad de la circunstancia. De esta
manera, la Libertad es una cualidad importantísima en la Vida, pues a través de
ella el hombre enfrenta la fatalidad de la circunstancia - mundo y sociedad
dados -, realiza se hacer tan particular e intransferible, el quehacer de su
vida, su vocación.
El
profesional de la educación puede aproximarse a la realidad educativa desde
diferentes perspectivas así como utilizar diversos modelos de investigación,
recogiendo información a través de una gran variedad de técnicas. Esta
diversidad obedece a las diferentes concepciones y modos de interpretar la
realidad social que se basa en las distintas respuestas que pueden darse a las
interrogantes planteadas desde las dimensiones ontológica y epistemológica y
desde distintas concepciones de la naturaleza humana.
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